A pesar que la historiografía mitrista-liberal-oficial ha querido presentarnos un José de San Martín despolitizado, aséptico, distante de las ideas políticas de su época, cada vez es más visible y necesario hablar del San Martín estadista que poco se conoce en nuestras escuelas.
Especial para SINTESIS por el profesor Ricardo N. González
A pesar que la historiografía mitrista-liberal-oficial ha querido presentarnos un José de San Martín despolitizado, aséptico, distante de las ideas políticas de su época, cada vez es más visible y necesario hablar del San Martín estadista que poco se conoce en nuestras escuelas.
Ha predominado la imagen del militar, que, aun siendo brillante, no opaca a la del hombre político que fue. Es evidente que desde todos los tiempos las ideas dominan al mundo, dándole su fundamento, su estructura, su estilo. Mediante ellas, el hombre ha tratado de cambiar al hombre mismo, a la sociedad, al poder; sosteniéndose, a veces, en el pasado o proyectándose hacia el futuro.; adoptando una posición conservadora o revolucionando la historia en busca de un inalcanzable deber ser. José de San Martín no fue la excepción. Nació en 1778 en el llamado SIGLO DE LAS LUCES, y éste también alumbró la mirada política del Padre de la Patria.
Las ideas políticas, han ocupado desde siempre un lugar de privilegio en la reflexión del hombre, en su intento de ordenar jurídicamente la vida social; tratando de crear, extinguir o modificar el poder o el ordenamiento de la comunidad. Mediante este conocimiento, interpretación y crítica del poder, el hombre ha elaborado los diversos sistemas que hacen a la organización política del Estado.
Así visto San Martín fue un militar-político muy influenciado por las ideas de "su época”. Después de la revolución francesa de 1789 el mundo ya no sería el mismo. Y mientras ella se producía, el joven José de San Martín tenía su bautismo de fuego a los 13 años en la Campaña de África en el ejército español. Revolución que visibiliza e impulsa las ideas políticas, económicas, filosóficas y sociales del liberalismo. Donde el hombre dotado de razón y voluntad propia da origen y realidad a la Sociedad Civil. Ya no será Dios y su voluntad quien defina el destino autocrático de la política y de los pueblos, sino éstos los que buscarán en la libertad su razón de existir (seamos libres, lo demás no importa nada).
En esa vocación por el protagonismo social y político del hombre es que surgen sus derechos innatos, entre ellos la libertad, la igualdad y la fraternidad. Comienzan a temblar en Europa las bases políticas de la Monarquía Absoluta en el pensamiento de Voltaire, Rousseau, Locke, Montesquieu. Y San Martín, un militar preocupado por los temas políticos de su tiempo, no se desentiende de ellos. Los lee y se forma. Pero también los proyecta hacia el continente donde nació: AMERICA.
La invasión de Napoleón a España desnuda dos cuestiones importantes que marcarán políticamente a José de San Martín. La primera tiene que ver que cuando la Patria está en peligro hay que hacer todo lo necesario para conseguir la unidad y defenderla, y así lo vemos en Arjonilla y Bailén enfrentado al ejército francés que había invadido el país de su padre y que él había jurado proteger cuando ingresó con 11 años a la carrera militar. Pero también mostró la realidad de un pueblo español que estaba dividido por las injusticias y las desigualdades políticas productos de un sistema político “déspota y realista”. Se preveía la revolución en el centro del poder político español que unos años después se desataría en las colonias americanas por el mismo motivo y razón.
Ese panorama europeo es el que formó políticamente a San Martín y lo trajo a Buenos Aires en 1812, luego de tomar contactos con otros revolucionarios americanos. El Padre de la Patria entendía perfectamente la importancia de detentar o no el Poder Político, lo que nunca quiso fue ser jefe de facciones. Ya había visto lo que eso significaba para una revolución cuando sus partidarios anteponen sus intereses personales o de facción sobre los de la causa que abrazan.
La libertad y la igualdad son conceptos muy presentes en su pensamiento, donde puede verse influencias de Edmundo Burke cuando propone reformas políticas con prudencia, buscando siempre la evolución dentro de la revolución, evitando las convulsiones sociales (puebladas o turbas desenfrenadas). En su mirada política no puede haber comunidad sin orden, sin respeto del ciudadano por la ley. Reniega del despotismo, para él América no necesita Reyes sino títulos de presidentes. Necesita un gobierno fuerte y centralizado pero atemperado por una Constitución que limite su poder y garantice derechos. La unidad política americana es uno de sus desvelos, después de la independencia.
San Martín fue un gran estadista, lo demostró siendo gobernante en Cuyo y en Perú. No solo gestionó desde el poder ejecutivo, sino que entendió claramente que no era bueno una Presidencia Vitalicia, apenas pudo organizar el Estado dejó en manos de sus pueblos la selección de sus autoridades.
Hombre de profunda tolerancia religiosa, su figura política creció a nivel continental de la mano de sus triunfos militares, pero también con la oposición que tuviera desde la ciudad de Buenos Aires. Al General San Martín también lo definieron sus enemigos: Rivadavia y Alvear. La revolución fue su causa, la independencia su meta, la unidad americana su anhelo y desvelo. No se definió como republicano justamente porque creía en la unidad política y territorial de América, y en la solidaridad de sus pueblos y en el desprendimiento altruista de los dirigentes, que como él pensaba antepondrías los altos fines de la Patria Grande a sus mezquindades partidarias, se equivocó y se fue solo.
Se fue antes de verse enfrascado en una lucha entre hermanos y así ya se lo hacía saber al Gobernador de Santa Fe, Estanislao López en 1819, “unámonos, paisano mío, divididos seremos esclavos, unidos estoy seguro que los batiremos”. Ese mismo San Martín que ante el caos de la guerra civil desatada con la anarquía del año 20 en nuestro país proclamó “mi sable no saldrá de su vaina por opiniones políticas”.
Claramente no nos contaron todo, San Martin fue mucho más que un Gran Militar, fue y es el Padre de la Patria.