Ya se encuentra sesionando la convención constituyente que dará nuevos contenidos a la Constitución de la provincia de Santa Fe. Aunque el principal y más delicioso para la política, y en especial para el gobernador Pullaro, es la reelección del gobernador, que con seguridad saldrá positivamente como se espera.
La actual Constitución santafesina rige desde 1962 y algunos sostienen que ya era hora de una reforma, por diversas razones que tienen que ver con la adaptación a los tiempos modernos. No significa que una nueva Constitución servirá para gobernar mejor, pues eso siempre depende de la forma de gobernar de los dirigentes, que en las últimas décadas han demostrado una pericia fenomenal para hacer todo mal. El actual estado calamitoso en que nos encontramos es la consecuencia de ese gobernar.
Por lo que se “autorizó” a reformar en el decreto del gobernador no hay muchas novedades que puedan ayudar a que ese “gobernar” sea mucho más efectivo. En su mayoría son maquillajes para disfrazar el verdadero objetivo que es la reelección. Quizás los constituyentes se animen a algunas reformitas más, pero no será de fondo ni servirá para cambiarle la vida a los ciudadanos de esta rica provincia. Serán generalidades como decir que el ciudadano tiene derecho al agua, a la conectividad, a los remedios, como si se descubriera la pólvora.
Lo que ocurre, es que en un país donde se ha generalizado la idea de que los derechos tienen una carga negativa y que hay que pagar una fiesta a la cual nunca fuimos invitados los ciudadanos, comienzan a cuestionarse ideas que en las constituciones están plasmadas con claridad. El fracaso de los gobiernos no es el fracaso de la democracia y mucho menos de la política. La política siempre es la misma, es el arte de gobernar. Incluso aquellos que denigran a la política están ejerciendo más política. El fracaso es de los dirigentes.
La política es el manejo del poder y las constituciones son las reglas de ese poder. En las constituciones se plasman todas las buenas intenciones que surgen de la política. Incluso para la actual reforma existe la posibilidad de que cualquier ciudadano pueda proponer cambios en la constitución, siempre y cuando estén dentro de los artículos a reformar. La intención es amplia. De todas maneras, si la gente ya no quiere ni presentarse a votar, mucho menos participará en propuestas para una reforma constitucional. Pero el convite está hecho y después no habrá tiempo para arrepentimientos. Una vez que se selle esta reforma, pasarán muchos años hasta que se presente una oportunidad similar.
