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Mientras nuestra ciudad creció históricamente hacia el Oeste por la barrera natural que representa la barranca del río, esta última quedó en general relegada en los proyectos urbanísticos, hasta hoy.
Con apenas 20 años, Oscar Marigo empezó a realizar perforaciones con una rudimentaria máquina ideada por él y hoy, con casi 80, sigue trabajando con el mismo ímpetu al frente de una empresa de reconocimiento nacional a la que incorporó a sus hijos quienes la potenciaron.