La contaminación del agua: un problema que afecta la salud pública y el rol del Estado 

La contaminación del agua: un problema que afecta la salud pública y el rol del Estado 

En esta entrevista, el especialista en química Marcelo Broglia detalla los riesgos de la mala calidad del agua potable, la presencia de metales pesados y la falta de concientización. Explica cómo el sistema actual de potabilización afecta la salud de la población y qué soluciones se pueden implementar para mejorar la situación. 

Usted analizó la calidad del agua potable en la zona centro de San Lorenzo ¿Qué resultados obtuvo? 

Hicimos un análisis que se llama TDS (Total Dissolved Solids), o sólidos disueltos en agua. Este análisis nos indica la cantidad de minerales presentes. Cuando los niveles suben, podemos sospechar la presencia de metales pesados, aunque no es un análisis cualitativo. Es decir, no nos dice exactamente qué metales hay, como aluminio o arsénico. Pero cuando una cifra es alta, como la que detectamos (500), es probable que haya presencia de esos metales, y eso requiere análisis más específicos en un laboratorio. 

¿Qué riesgos representa para la salud tener un alto nivel de estos metales? 

Un agua de mala calidad puede generar enfermedades a corto y largo plazo. Por ejemplo, si hay exceso de calcio, puede causar problemas renales. Si hay aluminio, está relacionado con enfermedades como Parkinson o Alzheimer. El plomo, por su parte, es cancerígeno y reemplaza el calcio en los huesos y el hierro en los glóbulos rojos, lo que afecta el transporte de oxígeno en el cuerpo. Estos tres metales suelen aparecer en el agua potable, y cuando los niveles son altos, como en este caso, es probable que estén presentes aluminio y plomo. 

Las empresas proveedoras de agua dicen que están dentro de los parámetros permitidos. ¿Qué significa esto para la calidad del agua? 

Que los parámetros estén dentro de lo permitido no significa que el agua sea de excelente calidad. Cumplen con la ley, pero eso no mejora la calidad. La única opción a nivel individual sería usar un purificador de agua, pero es injusto porque no todos pueden acceder a eso. Además, falta conciencia en la sociedad sobre la importancia de la calidad del agua. Hace 80 años, el agua de Rosario era considerada la mejor del mundo, pero las cañerías y el sistema de distribución no se han renovado desde entonces, mientras que la contaminación ha aumentado exponencialmente. 

¿Qué otras fuentes de contaminación afectan el agua? 

Empresas industriales como las cerealeras han contaminado el río Paraná durante años, vertiendo productos químicos como hexano, que se usa en la extracción de aceite. Además, accidentes como el ocurrido hace unos días en un puerto local, donde un barco derramó aceite en el río, siguen ocurriendo. Aunque las plantas potabilizadoras hacen un gran esfuerzo, no es suficiente. Las cañerías están obsoletas y necesitan una inversión enorme para ser renovadas. 

¿Qué impactos tiene el uso excesivo de cloro en el agua potable? 

El cloro destruye materia orgánica, lo que afecta nuestra piel, cabello y flora intestinal. La flora intestinal es diversa y esencial para la absorción de nutrientes, pero el cloro elimina una gran parte de esa diversidad, dejando solo las bacterias resistentes. Esto afecta la capacidad de nuestro cuerpo para absorber vitaminas y minerales, lo que a su vez impacta nuestra salud. 

¿Hay algún contaminante en particular que le preocupe? 

El arsénico es un veneno que destruye varios órganos: el hígado, los riñones, el sistema cardiovascular, el estómago y las neuronas. A diferencia de otros metales, el arsénico es muy difícil de eliminar una vez que entra en el cuerpo. La Organización Mundial de la Salud recomienda un límite de 0,01 partes por millón de arsénico en el agua, pero en la provincia de Santa Fe, el límite permitido es cinco veces mayor. Esto es gravísimo, y debería preocuparnos mucho más. 

¿Qué soluciones propone para mejorar la calidad del agua? 

Idealmente, cada planta potabilizadora debería contar con un sistema de ósmosis inversa, que elimina prácticamente todas las impurezas del agua. Es una inversión significativa, pero necesaria para garantizar agua de calidad. A nivel individual, usar purificadores de agua sigue siendo una buena inversión, especialmente en zonas donde hay presencia de arsénico. Pero esto no soluciona el problema de fondo: es el Estado el que debe invertir en infraestructura y actualizar la legislación para proteger la salud de la población. 

¿Qué mensaje final les dejaría a los lectores? 

La conciencia y la educación son claves. Necesitamos exigir a nuestros gobiernos que inviertan en mejorar la calidad del agua. Las plantas potabilizadoras y las cañerías deben ser modernizadas, y la legislación provincial debe alinearse con las recomendaciones internacionales. La calidad del agua es un tema de salud pública que no podemos seguir ignorando.