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María Catalina Echevarría de Vidal, de San Lorenzo para la historia de la Nación Argentina

Vivió en San Martín entre Urquiza y Belgrano y hoy descansa en la Parroquia San Lorenzo Mártir. La historia de la mujer que cosió con sus propias manos, la primera celeste y blanca.

 

Vivió en San Martín entre Urquiza y Belgrano y hoy descansa en la Parroquia San Lorenzo Mártir. La historia de la mujer que cosió con sus propias manos, la primera celeste y blanca.

Quizás a causa de su ubicación estratégica, la historia le reservó a San Lorenzo un papel clave en la consecución de la Independencia Argentina, encabezada por el trascendental combate de San Martín en el Campo de la Gloria; así como un rol decisivo en la Soberanía Nacional, al haber sido terreno de la batalla en la que la Confederación Argentina venció a la tropa anglofrancesa en 1846.

Pero más allá de las frías armas, San Lorenzo también se vincula íntimamente con el plano simbólico sobre el que se constituyó la identidad nacional, ya que una vecina fue quien confeccionó la primera bandera patria.

María Catalina Echevarría nació en la ciudad de Rosario el 1º de abril de 1782. Cuando fallecieron sus padres, siendo casi niña, la adoptó el matrimonio conformado por Nicolasa Costey y Pedro Tuella, que fue maestro, funcionario de la Administración de Ultramar y primer historiador de Rosario.

Catalina a su vez era hermana de Vicente Anastasio de Echevarría, abogado, amigo de Belgrano desde 1803 y Conjuez de la Audiencia desde 1810. En 1811, Vicente marchó al Paraguay en misión diplomática con el ilustre militar argentino, y en el camino se alojaron en nuestro Convento de San Lorenzo, dirigido por los padres franciscanos.

Tratada como una hija por el anciano matrimonio Tuella, María se casó el 26 septiembre de 1810 con Manuel Vidal, hijo de Pablo Vidal y María Lucena. Siguió viviendo en Rosario, en la casa contigua a la de sus padres adoptivos, a quienes continuó cuidando junto a su esposo.

San Lorenzo tuvo mucha importancia para ella y para la Patria: aquí tomó el Santo Hábito Franciscano como hermana terciaria el 6 de abril de 1810 de manos de Fray Francisco Viaña, tras haber dado informe sobre sus antecedentes y linaje.

Ese mismo año se produjo la Revolución de Mayo, el primer grito de libertad patriótica; y se creó el Colegio “San Carlos”, el 19 de diciembre. Fue, como se señaló, el año de su matrimonio.

Durante la estadía de Belgrano en Rosario en 1812, fue alojado en casa de Pedro Tuella, por la amistad entre aquel y Vicente A. Echevarría y la buena disposición del matrimonio citado. Allí se conocieron y habrán conversado Belgrano y María Catalina sobre los vaivenes de la Patria naciente.

Cuando terminó la construcción de la Batería “Independencia” para resguardar a Rosario y aún inconclusa la Batería “Libertad”, Belgrano resolvió enarbolar una bandera.

Dice el historiador Félix A. Chaparro que “el negocio de Tuella proporcionó el raso de seda blanco y celeste, y sin mayor dificultad la hermana del doctor Echevarría, bajo la dirección nerviosa de su huésped, unió dos trozos verticalmente, agregándoles quizás por todo adorno, un flequillo de oro en su extremo, para no desmerecerla de las viejas enseñas hispanas que iba a enfrentar”. Refrenda este hecho el historiador sanlorencino Roberto Biraghi en su libro “Historia de San Lorenzo”, de 1981.

Finalmente, a instancias de Manuel Belgrano y gracias al trabajo de Echevarría de Vidal, la primera bandera argentina fue izada por Cosme Maciel en las barrancas del Paraná en Rosario, el 27 de febrero de 1812.

María Catalina y San Lorenzo

En el Archivo del Convento se ha encontrado que María Catalina profesó como miembro de la Tercera Orden Franciscana en el Colegio de Propaganda Fide, el 3 de mayo de 1814. Dos años después, el 9 de abril de 1816, se halla inscripto en el Libro I de Misas del Convento de San Lorenzo un pedido de María Catalina para una misa cantada.

Fijó su residencia en San Lorenzo en la calle del Puerto (hoy avenida San Martín) a la altura del 1400, del lado de los números pares, entre las actuales calles Belgrano y Bv. Urquiza. Nicolás Sánchez Carranza describe la casa, demolida hace muchas décadas, con “cuatro ventanales altos, muy altos con rejas, un zaguán acorde con aquellas medidas, su suntuosa galería que sostenían soberbias columnas”. Se veían en el jardín árboles de naranjas.

María Catalina Echevarría de Vidal falleció en San Lorenzo el 18 de julio de 1866 y fue sepultada en la parroquia “San Lorenzo Mártir” al pie del baptisterio, donde su hija Natalia Vidal de Fernández hizo colocar una placa de mármol como recuerdo.

Una calle que atraviesa los barrios Capitán Bermúdez y Fonavi Oeste lleva su nombre.

(Los datos históricos de esta nota corresponden a “María Catalina Echevarría de Vidal: una belgraniana de alma”, del historiador sanlorencino Miguel Ángel Piagentini).