Por el profesor Ricardo N. González
Hoy, 27 de febrero de 2024, se cumplen 212 años del aquel hecho histórico acaecido en la actual ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, cuando el joven general, abogado y patriota Manuel Belgrano izara por vez primera nuestro pabellón.
Esa bandera idolatrada que en momentos difíciles para nuestra Patria esclavizada y subyugada como colonia del poder central monárquico hispano, rompía esos vínculos y corría hacia la victoria al grito de Libertad, Libertad, Libertad. Momentos de lucha, de entrega, de compromiso colectivo, de poner la idea de Patria por encima de intereses individuales, de entender que la frase “nosotros los argentinos” es mucho más fuerte que el más fuerte de nosotros individualmente. Esa bandera NOS LEGÓ Belgrano en las barrancas del río Paraná en febrero de 1812.
Pero esa bandera era una propuesta de construcción de identidad, un símbolo que intentaba unir, dar cohesión a una Patria Naciente. A un Pueblo que intentaba parir, mediante una revolución popular, una nueva y gloriosa nación. Hoy miramos ese pasado para volver a vislumbrar los trazos de esa herencia belgraniana. Porque toda estrategia identitaria de un pueblo implica una reconstrucción imaginaria del pasado. Belgrano, San Martín, Artigas, Güemes, López, y tantos otros arquitectos de nuestra patria argentina sabían que para forjar una identidad como Nación que nos distinga frente al mundo, nos constituyera internamente y nos pusiera en el concierto internacional era imprescindible inventar símbolos que sintetizaran los orígenes que deseábamos reconocer.
Es importante volver a mirar el contexto histórico – político de la creación de nuestra bandera. Puede verse la coexistencia de símbolos entre 1811 y 1812. El 25 de mayo de 1811 se celebró el primer aniversario de la Revolución y se puede identificar que los símbolos de la Monarquía Española seguían apareciendo con frecuencia, ya que no se había declarado formalmente la independencia.
Todos los gobiernos iniciales de la Revolución juran fidelidad en nombre del Rey, el cual está cautivo por parte de Napoleón y se convierte en una suerte de mito de la ausencia. Hay coexistencia de símbolos porque hay coexistencia en realidad de planes y proyectos, donde podemos ver cómo van predominando uno sobre otros al calor de los acontecimientos y de esa guerra revolucionaria que se convirtió en una gran usina de identidades.
Básicamente en este punto aparece la noción de patria y de libertad. Buscar el apoyo popular era un objetivo esencial. Para ello primero creó la escarapela, pero necesitaba dar un paso más y fue por el Pabellón que nos completara. Una decisión muy audaz en un contexto donde los miedos, las incertidumbres geopolíticas y las conspiraciones de intereses europeos aconsejaban cautela, prudencia, paciencia, muñeca política y mucho acting para las maniobras cortesanas que al otro lado del océano atlántico tomaban decisiones por nosotros.
Pero Belgrano, en la bandera, no nos legó tibieza. Nos legó el corazón caliente de aquel que sabe que en su decisión corajuda está en juego el futuro de la Patria. Y cuando la Patria está en juego todas las voces son importantes de ser escuchadas, pero no se puede eternizar el debate, hay que actuar, tomar decisiones, hacerse cargo del momento que nos toca y enfrentar al enemigo con una UNICA BANDERA, La celeste y blanca de Belgrano.
La creación de la bandera excedió la coyuntura bélica, no fue la bandera para un ejército…fue la bandera para un pueblo en armas que clamaba libertad y autodeterminación. Fue un hecho político y revolucionario.
Por eso, en un aniversario más de la creación de la bandera argentina que Belgrano nos legó, quiero, utilizando las palabras de Norberto Galasso, que pensemos juntos el lugar que le damos a su creador hoy, desde donde historiamos a Manuel Belgrano.
“Mucho se ha escrito sobre Manuel Belgrano y muchos homenajes se le han rendido desde distintas perspectivas. En las efemérides escolares fue ‘El creador de la bandera’. Para algunos historiadores fue el gran soldado vencedor en las batallas de Tucumán y Salta. Para algún pedagogo fue el propulsor de la educación y el donante de sueldos para construir cuatro escuelas. Para alguna maestra idólatra de la conducta moral fue el hombre más puro de nuestra historia. Otros optaron por pasar distraídamente por algunos momentos de desorientación del general, como si alguna contradicción pudiese ensombrecer su gloria. Los menos se dedicaron a chismorrear sobre sus tres amores principales: María Josefa Ezcurra, Isabel Pichegru y Dolores Helguera. Hubo también quienes lo consagraron el primer periodista de nuestra historia. También alguien prefirió señalar su entereza moral y patriótica para superar enfermedades dolorosas y proseguir en la lucha. Han sido diferentes modos de rendirle homenaje y de mostrarlo como ejemplo a los argentinos, lo cual justifica esas visiones parciales. La historiografía mitrista, por su parte, lo consideró un prócer de la ciudad de Buenos Aires”.
La propuesta en 2024 debe ser mirarlo en su época, con sus luchas internas, con sus decisiones contradictorias, con el estatus de hombre público que asumió las responsabilidades de su tiempo y que aún en sus flaquezas humanas fue capaz de dejarnos la herencia inquebrantable de su lucha por una Patria mejor, que esa lucha no puede ser en soledad y que el camino de la Revolución, aún con todos sus sinsabores, es mejor que la sumisión al poder extranjerizante de la colonización cultural y política.
Fuentes
Galasso Norberto: Manuel Belgrano en la Revolución.
Marcha a la Bandera: Letra
El legado de Belgrano - Universidad Nacional de Rosario (unr.edu.ar)
Manuel Belgrano, su legado: la gran herencia de los argentinos - Por Eduardo Lazzari. Historiador.. (elliberal.com.ar)
El legado de Belgrano: su rol en la Revolución de Mayo y las batallas por la Independencia | Crónica | Firme junto al pueblo (cronica.com.ar)
Imagen: El 27 de febrero de 1812 es izada por primera vez, a orillas del río Paraná, la bandera celeste y blanca creada por Belgrano. Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo”, Luján, en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la patria, Buenos Aires, Manrique Zago ediciones, 1995, p. 53