Navegante. Sebastián Gaboto, el marino que cambió la historia.
Camino al V Centenario de Puerto Gaboto. Por el profesor Ricardo N. González (*)
La expedición de Sebastián Gaboto partió del Puerto de San Lacar de Barrameda en abril de 1526 con 4 naves: Santa María de la Concepción (capitana), Santa María del Espinar, Trinidad y San Gabriel, con una tripulación de poco más o menos 210 hombres.
Gaboto ostentaba el cargo de Piloto Mayor del Reino de España y Capitán General de la Armada ¿Su destino? la isla Molucas, al Catayo (China) o Cipango (Japón) en búsqueda de “especies”.
El financiamiento de la campaña fue de origen mixto: La Corona Española hizo su aporte, pero también fue importante la participación del capital privado, principalmente de armadores particulares y comerciantes de Sevilla (entre ellos ingleses conocidos de Gaboto) que vieron el negocio de aprovechar esa expedición para traer especias exóticas y venderlas en el mercado europeo.
Durante la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna, el término “especia” se aplicaba de manera general a todo tipo de productos naturales exóticos, desde la pimienta al azúcar, también a las hierbas medicinales. Entre las especias valiosas para la preparación de comidas en Europa estaban la pimienta, el jengibre, el clavo, la nuez moscada, la canela, el azafrán, el anís, la cúrcuma, y el comino.
Aunque muchas estaban reservadas para las mesas de los ricos, incluso los más pobres utilizaban la pimienta, siempre que podían conseguirla. A pesar de su coste, se utilizaban en grandes cantidades.
Las especias tenían otros usos aparte de su sabor, se creía que muchas tenían valor medicinal. En primer lugar, podían utilizarse para purgar el cuerpo. En segundo lugar, todavía prevalecía la idea de que un cuerpo sano necesitaba un equilibrio de sus cuatro elementos o humores principales. Una dieta sana, por tanto, tenía que equilibrar esos humores, es decir, no podía ser demasiado caliente ni fría, seca ni húmeda. Las especias ayudaban a lograr el equilibrio en ciertos alimentos. El pescado, por ejemplo, era un alimento frío y húmedo, de manera que, al añadir ciertas especias a los platos de pescado, esas dos características quedaban más equilibradas.
Había especias que se quemaban, como el incienso, por su aroma, o que se esparcían por los suelos o incluso se aplicaban directamente sobre la piel. Por todas partes, desde las iglesias a los burdeles, se usaban las especias para mitigar el mal olor habitual de los interiores medievales. Los perfumes más codiciados y costosos eran el incienso, la mirra, el bálsamo, el sándalo y el mástique.
Un tema recurrente es analizar el por qué si las especies, entre ellas el comino, eran tan valiosas para los europeos en general y para los españoles en particular, se popularizó la frase "me importa un comino" indicando que algo no nos importa o nos importa muy poco. Frase que ha llegado hasta nuestros días y es de uso cotidiano.
El comino es una especia procedente de una planta herbácea presente en múltiples culturas. Los entendidos creen que debió aparecer primero en Egipto o Siria. Sabemos que en tiempos del faraón no solo servía para condimentar los alimentos, sino que también se usaba para embalsamar a los muertos.
De Egipto se extendió a Grecia y, de ahí, a todo el mediterráneo y al mundo entero. Está presente en la gastronomía española, en platos tan distantes como el mojo canario y la morcilla de Burgos. Parece ser que ayuda a digerir platos pesados. Y no solo eso, sino que también tiene cierto efecto sedante. De ahí que fuera muy requerido durante la modernidad europea.
Pero en el siglo XIX su expansión en plantíos en suelo francés fue masivo, tal es así que llegó a ser considerada una plaga. Y claro, cuando las cosas son tan comunes y abundantes, acaban perdiendo su valor, ese es el origen de nuestra frase en cuestión.
Autor. Ricardo González, historiador gabotero.
Desde una perspectiva más práctica, el viaje de Sebastián Gaboto se inscribe en el escenario de expansión de los imperios europeos tratando de descubrir nuevas tierras agrícolas para el cultivo de cereales que podía ayudar a reducir los déficits comerciales. Además, estaba la posibilidad real de adquirir prestigio y riquezas para la élite europea y los navegantes que se atrevieran a viajar hacia lo desconocido y encontrar riquezas o tesoros.
Por último, el sistema feudal en Europa estaba en decadencia por la división progresiva de las tierras en parcelas cada vez más pequeñas, en las sucesivas generaciones. Muchos nobles simplemente no sabían qué hacer con su tercer o cuarto hijo, y una buena solución para ambas partes era enviarlos a tierras lejanas para que hicieran fortuna.
Había, por tanto, motivos económicos, políticos y religiosos para encontrar una ruta marítima de Europa a Asia estableciendo puestos de avanzada que hicieran más seguro el viaje, de allí que cada expedición que llegaba a España sumara información al Padrón Real (una suerte de mapamundi secreto), con el cual el Rey sin tener satélites en el aire podía tener una imagen clara de los Nuevos Territorios.
Con el respaldo de la Corona y la Iglesia, así como de inversores privados que soñaban con grandes beneficios, los exploradores zarparon hacia horizontes desconocidos. Uno de ellos fue Sebastián Gaboto. Las razones oficiales de su viaje se encuentran en la Capitulación firmada con el Rey en mayo de 1525, “descubrir islas que, como las Molucas, pudiesen dar especies… y mandar a practicar ciertas observaciones geográficas”.
Como sabemos cambió su rumbo al oír noticias del País del Rey Blanco frente a las costas brasileñas de parte de náufragos sobrevivientes de otras expediciones. Con ese cambio de rumbo…cambió el devenir histórico de nuestra región platense.
Fuentes:
Medina José Toribio: El veneciano Sebastián Caboto al servicio de la Corona de España, 1908
Soler, Amadeo: Puerto Gaboto, la historia argentina comienza en 1527. Rosario 1980
González Ricardo N: Puerto Gaboto, génesis histórica-social del primer pueblo argentino. 2014
Expresiones coloquiales – “Me importa un comino”
(*) Profesor de Historia; docente de nivel medio en escuelas de gestión privada y estatal; especialista en Gestión Educativa; historiador regional; licenciado en Animación de Organizaciones Sociales y Culturales; autor del libro “Puerto Gaboto: Génesis y desarrollo histórico del Primer Pueblo Argentino”: Conferencista; columnista histórico de medios radiales, digitales e impresos de la región; director del Centro de Estudios Históricos de Puerto Gaboto