Una pequeña gesta sanmartiniana para el presente

El 3 de febrero, como todos los 3 de febrero, ha sido otro año de conmemoración del comienzo de la gesta sanmartiniana. Es un ritual que los habitantes de esta región tengamos siempre presente aquel primer combate del cuerpo de granaderos a caballo creado por el entonces coronel José de San Martín. Fue el primer y único hecho de armas que el padre de la patria llevó a cabo en suelo argentino, breve y contundente, que logró establecer una línea a seguir durante toda la campaña libertadora.

San Lorenzo ha sido llamada “cuna de la independencia hispanoamericana” por este hecho de armas, un combate de pocos minutos que fue tan trascendente para la consolidación de la independencia como también dejar a San Martín ligado a la historia grande. Si el cruce de los Andes fue un acto titánico, no menos lo fue su marcha de caballería única en las historias militares de los ejércitos del mundo. En un tiempo récord logró llegar a San Lorenzo desde “el Retiro” en Buenos Aires, con el objetivo de enfrentar a los españoles en las puertas mismas del convento San Carlos.

Militar fogueado en el ejército español iba al frente de sus granaderos y en este combate casi muere. Otro granadero, el sargento Juan Bautista Cabral, será quien ofrendará su vida para salvar a su jefe. Fue el bautismo de fuego del cuerpo militar que hoy custodia al Presidente de la Nación Argentina.

Y a partir de ese momento comenzará la leyenda de los granaderos de San Martín que recorrerán media América para libertar  a pueblos del yugo español. Hasta tal punto que siete de los granaderos que combatieron en San Lorenzo sobrevivirán a esa épica campaña militar, que se inició en estas tierras y que culminó cuando el resto de ese ejército entregó sus armas debido a un decreto de Rivadavia de disolver el Regimiento de Granaderos a Caballo y dispersar a sus integrantes en varios regimientos.

Fue un 13 de febrero de 1826 cuando los restos de ese ejército llegaba a Buenos Aires para deponer sus armas. Domingo Faustino Sarmiento realizó una descripción en 1857 de ese triste día:

"… los Granaderos a Caballo son la epopeya de la revolución y de la independencia. En 1826, un día los vecinos de Buenos Aires acudían en tropel a ver entrar a 120 hombres al mando del Coronel Bogado, últimos restos de los Granaderos a Caballo, que volvían después de 13 años de campañas por todas esas américas, como ellos decían, a deponer sus armas en el parque donde las habían tomado, anunciando que no quedaba un español armado en todo el continente. Sus armas y sus estandartes formaron un trofeo en la sala de armas. La tarea estaba terminada. No sabemos si la patria le dio las gracias. Siete soldados volvieron, los únicos que quedaban vivos o reunidos en cuerpo de los que salieron Del Retiro. De estos sí sabemos que no fueron distinguidos por pensión ni gracia alguna".

Mucho tiempo después se conocieron los nombres de esos granaderos olvidados: coronel José Félix Bogado, coronel Paulino Rojas, teniente coronel Francisco Olmos, sargento Patricio Gómez, sargento Francisco Bargas, sargento Damasio Rosales y trompa Miguel Chepoya.

De todos modos, más allá de los logros militares, indispensables para lograr la independencia, fue la conducta de José Francisco de San Martín la que continúa más vigente y necesaria que nunca. Fue un hombre de virtudes extraordinarias y voluntad inquebrantable, ejemplo a seguir para cualquier acción de hoy en día, pues estos tiempos que corren necesitan de actitudes sanmartinianas para poder salir de los problemas que nos aquejan.

Tan solo recordar su ejemplo de vida nos ayuda a sobrellevar las iniquidades de estos tiempos y si nos esforzáramos un poco en alcanzar esos ideales serían suficiente para encontrar la salida tan ansiada por muchos de nosotros. Sería una pequeña gesta sanmartiniana para el presente.