A lo largo de todo el país se está desatando una ola de investigaciones que pareciera llevar al apocalipsis a una gran cantidad de ciudadanos: políticos, empresarios y ahora en Santa Fe, a maestros, ya que la provincia está investigando el manejo de muchos docentes que, invocando licencias médicas y de otras circunstancias, han utilizado esos momentos en el que no trabajaban para disfrutar de viajes al exterior, por lo que el Estado considera es una estafa.
Los “cuadernos de Centeno” y los arrepentidos empresarios que golpean duro al kirchnerismo; las denuncias sobre la gran cantidad de personas que Cambiemos de Buenos Aires utilizó como aportantes individuales para lavar dinero en las últimas elecciones; las investigaciones sobre las fortunas en el sindicalismo; el ataque judicial a nivel internacional sobre la corrupción en el fútbol no hace mucho tiempo atrás; en fin, como un arco iris, el destape se extiende a lo largo del país, desnudando conductas corruptas que hieren el orgullo nacional y pisotean la memoria de aquellos que trabajaron por la consolidación del país, pues no desearon más fortunas que ver concretados sus sueños.
Más allá de las consideraciones de cada caso en particular y de las interpretaciones que se puedan hacer para defender o defenestrar a unos y otros, lo importante es poder hablar de estos temas desde un punto de vista diferente, es decir sin estar involucrados emocionalmente con alguna bandería política.
Las simpatías y los odios no hacen más que enturbiar la trágica escena que observamos día a día, creyéndonos alejados de todo eso. Estos referentes de diferentes estamentos sociales están involucrados en casos de corrupción y responden a un entramado histórico muy arraigado en las costumbres de hacer negocios y de intentar burlar las leyes y las normas. Y no es privativo de un partido o de otro, son actitudes también de muchas personas que, a lo largo de los años, han olvidado las enseñanzas y han perdido el rumbo.
Sin embargo, se ha alcanzado tan alto nivel de corrupción que esto ha generado graves perjuicios a las estructuras de educación y de salud, los dos pilares fundamentales para que un país pueda pensar seriamente en crecer y salir del estancamiento.
Es deseable, a partir de ahora, creer que aquellos que tienen la responsabilidad de gobernar, aunque sea por temor a la ley, pongan frenos a sus ambiciones pecuniarias. Porque sería mucho pedir honestidad y sinceridad en una sociedad cada vez más contaminada por el desinterés y la ignorancia.