En medio de la pandemia y de la crisis económica de nuestro país, la gravedad de la situación social se ha profundizado y las salidas que proponen los funcionarios parecen irrisorias o, por lo menos, insuficientes.
A los negocios que no se les ha permitido trabajar durante los períodos de restricciones no se los ha apoyado en casi nada, solo reducciones o no pagos de impuestos a comercios que prácticamente no facturan nada.
Hay provincias y municipios que tienen suculentas cuentas a plazo fijo, como si se tratara de empresas privadas, mientras gran parte del pueblo sufre las consecuencias que los mismos funcionarios (del pasado, actuales y quizás lo sigan haciendo en el futuro) generan por corrupción, ineptitud o porque no les interesa demasiado pensar, crear, implementar soluciones. Como muestra valen las declaraciones del ex presidente Macri que dejaba de trabajar a las 19 h para ver Netflix (¡cuando era Presidente!) o las peripecias de idas y vueltas del actual gobierno de Alberto Fernández con dos años de pandemia.
Existen amplias posibilidades de ofrecer otras alternativas que ayuden a los que sostienen la economía del país con su trabajo desde los comercios y la industria, pero parece que pensar algo diferente es dificultoso.
Y encima se producen contradicciones, como el caso del estacionamiento medido en San Lorenzo, un grano con pus en el gobierno de Raimundo, ya que el implacable acoso hacia los automovilistas para realizar multas impiden un mejor flujo hacia los comercios y la recaudación de las “multas” lo contrario, un mejor flujo de dinero hacia sus dueños. A esta empresa, por disposición del Concejo Municipal, se le condonó una deuda de más de 700.000 pesos que mantenía con el Ejecutivo. Además de que no cumplen con las disposiciones, por lo que podría ser una causal de rescisión del contrato: no pintan los espacios para estacionar, incluyendo las secciones de discapacitados y ya prácticamente no respetan los quince minutos de gentileza. La avidez por recaudar es más fuerte que las ganas de cumplir con las obligaciones. Y los que deberían controlar miran para otro lado. Párrafo aparte, cabe mencionar la incongruencia de fijar un horario de cierre para comercios -acotado por las disposiciones anti pandemia- mientras que, al mismo tiempo, el estacionamiento medido se sigue cobrando religiosamente hasta las 20.
Pareciera que los gobiernos de la Argentina (nacionales, provinciales y municipales) se dedicaran solamente a cobrar impuestos y recaudar de mil modos diferentes. Para eso sí son creativos y laboriosos. Y la voluntad merma para pensar en salir de la crisis, pensar en generar trabajo, tener la lucidez y la sensatez para enfrentar los diferentes problemas que sufre la sociedad y otras tantas acciones que son posibles de implementar.
Cualquier grupo de ciudadanos que decida pensar unos minutos acerca de las soluciones para la seguridad, la economía y la salud, es más productiva que lo que puedan hacer muchos funcionarios ¿Entonces cuál es el misterio? Quizás no hay ningún misterio. Seguramente sabemos las respuestas y por eso esquivamos enfrentar esa triste realidad.