Ruidos más que molestos

 

La era en que vivimos se podría decir que es la de la comunicación. En todos los sentidos, con los adelantos tecnológicos experimentamos la comunicación en niveles que jamás se hubieran pensado. Internet y la telefonía móvil son dos mágicos adelantos que parece que la brecha con el pasado es muy grande.

La comunicación en el ser humano es tan parte de su esencia que no podríamos pensarnos de otro modo, pues es la manera que conocemos, hasta ahora, en el que el cerebro se comunica con el mundo exterior a través de sus cinco sentidos.

Uno de ellos es el auditivo, el que tanto nos puede otorgar la belleza de la música como los ruidos más espantosos que puedan existir, entre ellos el de algunas que provienen de la palabra humana, pero esa es otra vertiente para analizar en otro momento.

El que quiero hacer referencia ahora tiene relación con la gran cantidad de ruidos que generamos innecesariamente.

Hay un proyecto sobre la “hora silenciosa” que se está tratando en la legislatura, en la que se espera que en los comercios de la provincia se estipule un tiempo determinado para disminuir sonidos y luces con la finalidad de que niños y niñas que poseen el Trastorno del Espectro Autista puedan ingresar sin sufrir inconvenientes.

Es de imaginarse lo que deben sufrir los que tienen autismo, ya que muchas personas sufren los llamados ruidos molestos que muchos generan y que las autoridades se niegan a controlar y ejercer la sanción a aquellos que lo generan a cualquier hora en la vía pública, como los vehículos con caños de escape estruendosos, los que ponen música a todo volumen a cualquier hora, los que estacionan en lugares públicos, donde hay casas alrededor, abren el baúl, exhiben un equipo de música poderoso y hacen de DJ para todo el vecindario. Un ejemplo de ello es en la calle costanera de Granadero Baigorria, en las cuadras hacia el sur donde se eleva Tifón, ese monumento de guardería de lanchas que es una incógnita y donde también se hacen fiestas ruidosas para todo el vecindario.

El Concejo Municipal de Carlos Casares aprobó altas multas por los ruidos molestos. Imagen: https://casareshoy.com.ar/

 

Después tenemos la típica costumbre argentina de gritar en los restaurantes, como si se estuviera en el patio de una casa o en un quincho privado. El ambiente es ensordecedor, así que me imagino algún padre con un hijo autista intentando pasarla bien.

Dejamos de lado el ruido que afecta a los otros seres vivos de la naturaleza, eso es una sutileza no permitida en estos tiempos de desenfreno bobo, ese que nos obliga a mirar el ego de quien se erige como el rey del ruido sin importarle nada el padecimiento ajeno.

El proyecto es una esperanza, por lo menos para obtener un momento de tranquilidad en medio de un descontrol egoísta y muchas veces fuera de la ley.

La comuna de Angélica también hace campaña por los ruidos molestos

 

Los gobiernos deberían poner más el acento en el control de estas actitudes, porque en definitiva también abonan un ambiente de violencia e intolerancia que de por sí ya es grave, por las características sociales en las que nos encontramos: violencia en las calles, inseguridad, incendios descontrolados, caos económico y estupideces políticas.

Cuando se empiecen a controlar las faltas más leves, subiendo con castigos a las más graves, será más fácil convivir y entre todos podemos darnos el lujo de pensar en un futuro mejor.