Revolución e independencia

 

Los acontecimientos de mayo, que se desencadenaron con la caída del Rey Fernando VII y, como consecuencia, produjeron el desconcierto de los españoles y criollos americanos sobre la cuestión de la gobernabilidad, no es la única causa que haya llevado a una revolución en tierras americanas. En algunos aspectos fue una oportuna situación para pasar a los hechos de algo que se venía gestando desde hacía tiempo en la mente de algunos de los protagonistas de la gesta de mayo.

El sistema colonial estaba agotado y ya no podía ofrecer nada nuevo a las crecientes economías del virreynato, que se hallaban dispersas desde Buenos Aires hasta el alto Perú. Cuando en 1808 la corona española de los borbones pasó a José Bonaparte generó airadas protestas y enojo contra los franceses, pero también muchas dudas en relación a quién se haría cargo del poder en las américas y para quién se gobernaría, un problema de representación que llevaría tiempo resolver.

Aunque la tradición española señalaba un pacto de sujeción ante la ausencia del monarca, es decir que el poder quedaría en manos de “los pueblos”, hecho que comenzó a concretarse en la semana de mayo, algunos de sus actores comenzaron a sostener la necesidad de desligarse de la corona, porque entendían que eran el resultado de una colonia, y era la oportunidad de vincular el poder a la “soberanía popular”, concepto que había dado forma y contenido a las revoluciones francesa y noteamericana.

Más allá de los acontecimientos políticos, las ideas filosóficas surgidas del período de la Ilustración ya habían dado sustento a movimientos sociales y políticos en Europa Los ideales de libertad, igualdad y fraternidad se expandían y, por supuesto, habían llegado con ímpetu a estas tierras americanas.

La expresión filosófica de este movimiento se cristalizó en la necesidad de llevar a cabo una revolución que condujese a la separación del virreynato de los poderes monarcales de España. Es decir, lo que estaba en juego era el viejo orden absolutista ante las nuevas necesidades de una América, que deseada desprenderse de los gobiernos de linajes divinos, para ingresar en una nueva etapa donde todos se reconocieran como iguales y la representación política se fundamentara en constituciones que establecieran el orden social al cual aspiraban en ese momento.

Cuando hablamos de revolución tenemos que remitirnos al pensamiento al que recurrieron los protagonistas de mayo. Un grupo de ilustrados entre los que se hallaba Mariano Moreno e incluso el mismo Manuel Belgrano, fueron capaces de sostener una revolución con objetivos claros y fundados en las filosofías de la ilustración, las mismas que habían dado sostén ideológico a la propia revolución francesa.

Manuel Belgrano fue quien delineó el Plan de Operaciones presentado por Moreno poco después a la Junta. Un plan del cual se destacaban duras decisiones económicas y sociales y del cual no ahorraba palabras sanguinarias contra todos aquellos que se interpusieran en los objetivos de la revolución. El plan fue aprobado por la Junta, lo que indica una decisión conjunta de las acciones a seguir.

 

Belgrano, generalmente, se destaca como el “creador” de la bandera, como si eso fuera suficiente como para mantener una revolución. Y con su acérrima religiosidad y con su muerte miserable, parece un personaje como si fuese un santo de la argentinidad. Y en realidad estaba tan imbuido de la revolución que, en carta a Moreno, cuando es enviado a Paraguay como general del ejército, le dice: “Su Belgrano hará temblar a los impíos… Me quemo cuando pienso en esa canalla”.

Hay que tener en cuenta que Belgrano es un intelectual y a la vez un militar improvisado. Será José de San Martín quien, con 22 años de servicio en el ejército español, formará un ejército profesional a la altura de llevar los ideales de la revolución de mayo a casi todo el continente.

Las influencias filosóficas de Moreno las encontramos en los enciclopedistas franceses. Pensadores como Diderot, D Alambert, Montesquieu, y hasta el mismo Voltaire. Esto señala la necesidad de establecer nuevas normas con nuevos horizontes, lejos de sostener una monarquía como forma de gobierno. Se buscaba en la representación social una forma de gobierno equitativa, pero a la vez adaptada a la vida americana.

 

Se va a destacar Rousseau como eje central de los revolucionarios, en la necesidad de desligarse del poder monárquico español y establecer las bases de un contrato social y político que otorgue legitimidad a sus acciones. Aunque posteriormente, tras la muerte de Moreno, sea Bernardo de Monteagudo quien prosiga con esas ideas, también es cierto que irá yendo hacia el modelo independentista norteamericano.

La revolución y el ideal independentista no se limita, obviamente, al 25 de mayo o a la semana de mayo. Es un proceso que se venía dando ante el agotamiento del sistema colonial, que no podía ofrecer soluciones a los actores económicos en juego. Y allí colisionaban ideas sobre la economía que continuarían generando polémicas y divisiones hasta la constitución del Estado nación. Y, tal vez, podríamos seguir rastreando esas huellas hasta el día de hoy.