La conducta de las personas señalan inequívocamente el estado en que se encuentra una sociedad. Cuando se observa que la sociedad está degradándose es porque la conducta de los que la integran ya transita esos niveles de decadencia que suma problemas tras problemas. No cumplir con las normas de convivencia, que no es simplemente como si fuera una “falta de respeto”, sino que se trasunta en innumerables inconvenientes que se generan a partir de ese incumplimiento. Como ejemplo basta con recordar esas acciones como realizar ruidos molestos, desde música a todo volumen hasta ruidosos caños de escape de vehículos o lanzar papeles y basura a la calle sin inmutarse; y otras que tienen que ver con violaciones a las leyes de tránsito como estacionar en garajes, en las esquinas y sobre las veredas cuando impiden la visibilidad de quien conduce u obstruyen el paso peatonal. Se podría decir que son aquellas actitudes en las cuales egoístamente perjudican a los otros, como los que conducen vehículos creyendo que son ellos solos los que manejan y van por el medio de la línea que separa los carriles. Además de que existe, en cuestiones de tránsito, ignorancia en el conducir (que hasta se lo observa en conductores profesionales como taxistas y colectiveros o quienes conducen otros vehículos de transporte de personas), también se da una situación de conducta personal, egoísta, en la que no se tiene en cuenta a los otros que los rodean.
En este sentido, el uso del celular ha ayudado a profundizar ese solitario y egoísta andar, ensimismando a las personas hasta tal punto de no darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor. Y si se hiciera un profundísimo estudio sobre accidentes de tránsito se llegaría a la conclusión de que muchos accidentes son por causas del uso del celular, enviando mensajitos de los cuales seguramente no son tan importantes como para poder postergarlos hasta un momento en que estemos tranquilos y detengamos lo que estamos haciendo para atender ese llamado.
De manera que estas “pequeñas” acciones y actitudes se van conformando en conductas sociales en temas de mayor trascendencia y llegamos a lo más alto, lugar desde donde empieza a repercutir en la calidad de vida. Y esas conductas también se dan en los dirigentes, por lo cual todo comienza a andar en una espiral descendente, llevando a la sociedad a una situación de decadencia educativa y cultural difícil de salir y superar con simples elecciones de dirigentes. Y ahí nos encontramos luego criticándolos, como si hubieran salido de un repollo. Cuando nos demos cuenta que las más pequeñas acciones influyen en las más grandes, sabremos que podremos mejorar y cambiar el estado de cosas.