El sueño del cambio de autoridades

Ingresamos al último mes de año, tiempo de festejos, reencuentros, balances y cambio de autoridades.

Lo del cambio de autoridades parece colarse en ese cúmulo de acontecimientos decembrinos y aportarnos una esperanza extra a estas situaciones de fin de ciclo. No obstante, hay que tomarlo con pinza y hasta con un dejo de desconfianza, pues ya sabemos que la renovación de cargos y la aparición de nuevos rostros no aporta más que una momentánea creencia de que algo pueda cambiar. La historia y la experiencia nos enseñan que no es de ese modo cómo se deben construir los futuros.

Las sucesivas elecciones y cambios de autoridades se han manifestado como una seguidilla de desengaños a lo largo de todo este tiempo transcurrido desde el regreso a la democracia hasta el presente. Ningún cambio sustancial, profundo, se ha dado en este período, tan solo un ahondamiento de los problemas en una caída estrepitosa y sin fondo en la más ominosa mediocridad.

Las personas de hoy no son las de ayer, se han masificado más debido al aplastamiento que han generado las redes sociales. La era digital es de un prodigio solo comparable a la invención de la imprenta, pero no ha aportado aún la luz necesaria para que nos sintamos cada vez más humanos y realizados.

Y ese mundo digital, a veces perverso y vacío, ha acompañado una decadencia cultural que no deja de ser un espejo del poder, de esas autoridades que se renuevan en todos los órdenes legislativos del país. Sin ánimo de generalizar, aunque se generalicen por sí mismas todas las actitudes que acompañan a los líderes surgidos de las urnas, los funcionarios que asumen los nuevos compromisos comunitarios no han mostrado nada respecto a las soluciones que necesitamos para comenzar a crecer.

Y esto ocurre porque esos funcionarios son parte de la comunidad. Si los integrantes de la comunidad no tienen sueños para concretar, por los que valga la pena comprometerse y luchar, tampoco lo tendrán sus representantes. Justamente los representantes son lo que son sus representados. No habrá mucha variación entre unos y otros.

A veces, en algunos momentos especiales de la historia, algún representante con alma de líder podrá interpretar esos sueños escondidos y llevar a un pueblo a que pueda concretarlos. Entonces, en esos rituales de fin de año, tal vez se cuele algún verdadero cambio que nos lleve a un lugar mejor, con mayor esperanza y con la creencia firme en que se puede vivir mejor.