La conformación de un país no es un acto simple y definitivo, es decir un hecho histórico determinado que deviene fundamental, sino que es un complejo que sucede de acontecimientos que se dan en un marco epocal en el cual sus actores no suelen ser conscientes del futuro . Muy pocas personas pueden tener esa visión sobre el futuro a partir de los acontecimientos que están viviendo y revelando con su participación. Y son reconocidos por la posteridad como próceres, como personas que han estado a la altura de las circunstancias.
El 25 de mayo de 1810 es un ejemplo, aunque ha quedado como la fecha de la revolución, no es más que el comienzo de un proceso independentista que se sucedió a lo largo de muchos años. Eso tan solo para tener en cuenta la “independencia” y avanzar sobre la soberanía de un territorio despoblado. En los acontecimientos de mayo el futuro era tan incierto como confuso, ya que la crisis desatada en la monarquía española desorientó a los habitantes de estas tierras de América.
El sistema colonial ya perdió los embates de cambios, que se iban sucediendo a la par de nuevas concepciones filosóficas y políticas que se imponían en las nuevas generaciones. La idea de que merodeaba en las colonias de América era la de independizarse del régimen monárquico. El ejemplo de Estados Unidos ayudó a acelerar los procesos de cambio y para los días de mayo la situación maduró con rapidez. No obstante, recién en 1816, y con mucho esfuerzo y guerras de por medio, se logra declarar la independencia.
Pero para el país que nacía faltaría mucho tiempo más y más guerras para lograr la consolidación de un Estado nación lo suficientemente fuerte y organizado como para sentarse a la par de las naciones que ya comenzaron desarrolladas.
Todo esto conllevaría la búsqueda de la identidad nacional y la construcción de estado organizado en base a una constitución. Hay que tener en cuenta que recién en 1854 asume Justo José de Urquiza como primer presidente constitucional y en la presidencia de Sarmiento se realizará el primer censo que le corresponde para saber cómo estamos conformados para enfrentar el futuro.
Lúcido y emprendedor y con clara visión de lo que debería ser el futuro del país, Sarmiento supo leer los datos de ese censo y aplicar las soluciones respectivas. Si había mucho analfabetismo no había otra opción que crear escuelas Y así apostó a la educación como nadie lo había hecho hasta ese entonces.
El largo proceso desde la revolución de mayo hasta la sanción de la Constitución Nacional, quizás ha dejado una impronta del ADN de los argentinos, una conducta reflejada en las dudas acerca de lo que queremos como Nación. Un carácter histérico, de saltar de una postura a la otra contraria con una facilidad increíble.
¿Los líderes actuales serán conscientes de la posibilidad que tienen de refundar el país, de recuperar esa actitud que los antiguos líderes tuvieron frente a los problemas de su tiempo? ¿Querrán hacerlo o la decisión ya es quedarse con lo que son, simples ineptos, faltos de valor y de virtudes?
La conducta de muchos hombres y muchas mujeres de mayo fue tan clara como contundente. No había lugar para las dudas y las mezquindades. Y fue así que se empezó a construir un país soñado que las generaciones actuales de líderes no entienden ni saben defenderlo.