De actitudes y cambios

Los acontecimientos que están ocurriendo en la Municipalidad de Fray Luis Beltrán, con la medida de fuerza del sindicato de trabajadores municipales, desnuda ciertas actitudes que los ciudadanos han reprobado en los últimos tiempos.

Estas actitudes tienen que ver con algunos dirigentes sindicales que parecen no estar a la altura de las circunstancias, como es el caso de Jesús Monzón, quien en el piquete realizado en las puertas del edificio municipal, no solo realiza amenazas de la profundización del conflicto gremial, sino que también se dirigió de modo grosero y con graves actitudes que podrían considerarse como violencia de género, hacia la secretaria de gobierno, la Dra. Mariana Córdoba.

La violencia esgrimida en el marco del conflicto gremial, en el cual el Intendente Mariano Comineli decidió despedir a personal pasado a planta permanente por el gobierno anterior, no se equipara a la pasividad que Monzón mantiene con el gobierno municipal de Daniel Cinalli en Capitán Bermúdez, quien tiene problemas en su administración, más allá de la grave situación institucional y de seguridad que se observa a diario en esa ciudad.

En tiempos en que la sociedad se encuentra resentida por la grave situación social y económica que se vive, debido a las políticas que lleva adelante el gobierno nacional, sumado a los desaciertos y a la falta de iniciativa para enfrentar los desafíos que se le presentan, no es conveniente sostener las mismas actitudes que en el pasado, que llevaron, por ejemplo, a la ciudad de Capitán Bermúdez a sostener una guerra permanente entre bandos opuestos, decididos a dejar de lado las palabras e ingresar en el difícil terreno de la acción.

El pasado debiera enseñar, calmar las emociones, encarar los conflictos de otra manera, sin necesidad de repetir los mismos errores. 

La sociedad reclama cambios no solamente en los dirigentes políticos, sino también en la dirigencia sindical, la cual no debería escudarse en la vida gremial para saborear la vida política. Si algunos dirigentes desean hacerlo están en todo su derecho, pero deberían hacerlo de cara a la ciudadanía y exponerse con valor al voto popular.

La sincera actitud de los dirigentes representaría un avance importantísimo para empezar a salir de esta decadencia moral, política y económica en que nos hemos sumidos en las últimas décadas. De lo contrario, seguiremos vegetando en las mismas miserias de siempre y quejándonos de que nada cambia, cuando en realidad ni siquiera estamos dispuestos a cambiar.