Por Daniel Merchan (*)
"Cualquiera que para de aprender se hace viejo, tanto si tiene 20 como 80 años. Cualquiera que sigue aprendiendo permanece joven. Esta es la grandeza de la vida". Henry Ford.
Entre un mundo en el que nacimos y ya no existe y el mundo futuro que pronto llega hay un presente que nos pide ser confiables. Como se dice comúnmente: ser buenas personas y a su vez estar técnicamente capacitados para hacer nuestro trabajo con eficiencia y eficacia.
Así, como en un círculo, van los cambios danzando con la gente que los acompaña mientras que otros miran de afuera.
Desde el punto de vista del Coaching hay dos modelos de aprendizaje, uno es para informarnos y el otro está compuesto por conocimiento con el que podemos transformarnos.
El primero responde al orden de lo que necesita la mente para saber; por ejemplo, datos, definiciones, argumentos, etc.
El segundo es el que necesita la persona para que su ser evolucione y se consolide; por ejemplo, la práctica en gestionar las emociones, en elegir cada vez mejor, en ser cada vez más confiable y comprometido, en cumplir con lo propuesto, etc.
“Si el ocio es la madre de todos los vicios podemos decir que la actitud aprendiente es la madre de todas las virtudes”.
Del portal de Educaweb y parafraseando un fragmento de la nota, “Cómo influyen las emociones en el aprendizaje”, decimos que “las investigaciones sobre los procesos de aprendizaje apuntan que la emoción y la cognición son inseparables. Este vínculo se establece por múltiples razones, entre ellas, porque las emociones influyen en la capacidad de razonamiento, la memoria, la toma de decisiones y la actitud para aprender… "aprendemos aquello que realmente queremos aprender. Las personas quieren aprender aquello que es importante para ellas, para su vida y para su supervivencia. Y como todo no cabe en el cerebro, aquello que consideramos no importante, no nos interesa y lo olvidamos".
La gran invitación que hacemos es a aprender a aprender, a contar con esa cualidad para tener la actitud aprendiente como súper poder. El poder de aprender puede llevarnos al poder de saber y así conducirnos al poder de hacer.
Este camino tiene muchos pasos, algunos de ellos son:
- Elegir algo sobre qué aprender.
- Identificar la distancia que hay entre la situación presente y esa meta.
- Ser conscientes de la falta de conocimiento y de la necesidad de aprender.
- Vincularse responsablemente con el aprendizaje.
- Ponerse en marcha hacia la meta.
- Sostener el ritmo hasta lograrla.
Este proceso puede ponerse en práctica con pequeñas metas para que se nos haga costumbre esta forma de hacer las cosas. Así, podemos ir sumando metas cada vez más altas hasta que se hagan un tesoro que nos confirme como seres de conocimiento y poder, produciendo nuevos resultados a partir de nuestra nueva capacidad.
Dicho de esta manera podemos identificar un estado inicial, donde somos de una determinada manera y sabemos algunas cosas como para llevar decentemente lo propuesto hasta ahora. Nuestra invitación es a buscar un estado mejor, como nuevo horizonte, tomándolo como desafío para crecer en nuestra forma de ser y de hacer para convertirnos en individuos cada vez más capaces y poderosos.
Desde mi punto de vista, aprender a lograr los objetivos hace la diferencia entre lo que somos y lo que queremos ser.
(*) Coaching profesional