El sanlorencino Walter Monroig, que reside en la ciudad de México, publicó una crónica en su cuenta de Facebook en la que cuenta sus primeras sensaciones tras el devastador terremoto que sacudió a la capital mexicana.
Foto: Lo que parece una planta baja, es el 4to piso de un edificio, los otros 3 desaparecieron
Poco después de producido el terremoto que hasta el momento se cobró 225 vidas, ocurrido en la ciudad de México, el martes 19 de este mes, Walter Monroing, un sanlorencino que reside en la capital mexicana, escribió una crónica de lo ocurrido durante el sismo que publicó en su cuenta de Facebook.
Walter es especialista en informática y desde el año anterior reside en la ciudad capital de México. Entre otras actividades, en San Lorenzo se desempeñó durante varios años como secretario de bloque de la concejal mandato cumplido María Claudia Mariani, en el Concejo Municipal.
La siguiente es la crónica en la que Walter Monroig detalla lo ocurrido
“Transcurría un mediodía normal y algo caluroso en la ciudad.
A las 11 hs sonó la alarma sísmica, como simulacro, el que se lleva a cabo todos los 19 de septiembre, en conmemoración del terremoto del año 1985, en el que murieron alrededor de 10.000 personas. El simulacro me tomó algo desprevenido, ya que es una vez al año y además veníamos de un sismo de 8.1, ocurrido el pasado 07/09, con saldo blanco en la ciudad, pero que se sintió fuerte y el sólo hecho de escuchar la alarma, genera algo de tensión.
Yo estaba trabajando en unos pendientes en mi computadora. Vivo en un tercer piso de un edificio de 6 pisos de la Colonia Viaducto Piedad de la Ciudad de México, cuando exactamente a las 13.14 hs siento varios movimientos que empujaron hacia arriba mi asiento, en forma vertical (Esto se conoce como Movimiento Trepidatorio).
En ese preciso momento inició la odisea. El edificio comenzó a moverse de un lado a otro (Movimiento Oscilatorio) de manera feroz. , Las cosas se caían y mi instinto natural fue tratar de salir del edificio. La puerta no podía abrirse porque el movimiento era tan fuerte que no permitía destrabar la cerradura. Se escuchaba un crujido enorme y los vidrios de las ventanas parecían querer estallar.
El sismo fue bajando en intensidad y pude salir del departamento y del edificio, aun estando todo en movimiento. Cuando llegué a la calle, fui hasta la esquina y esperé que pasara el temblor por completo (que según los especialistas fue de una magnitud de 7.1 y duró 3 minutos aproximadamente).
Esta vez la alarma sísmica no sonó, porque dicen que el epicentro (Puebla y Morelos) no es una zona sísmica, por lo que no hay sensores en esa zona.
En la calle salía polvo de algunas grietas que se formaron y la gente corría desesperada de un lado a otro, algunas personas con crisis nerviosas y otras manteniendo una tensa calma, a la espera de una posible réplica.
Pasado unos minutos, recorrí un poco las calles aledañas al departamento y vi muchas grietas en las calles y postes caídos. Se escuchaban sirenas de todo tipo, el servicio eléctrico no funcionaba y las líneas telefónicas, así como internet tampoco. Se podía ver helicópteros de las fuerzas armadas recorriendo la ciudad. Todo hacía suponer que el sismo había sido muy grave, demasiado grave.
Lo poca información fue llegando por la radio y contaba de edificios desmoronados, de un supermercado colapsado por completo y de una escuela con niños atrapados.
Los servicios se fueron normalizando llegando la noche y fue cuando pude contestar las decenas de mensajes que me habían llegado y tomar cuenta del tamaño del desastre.
Hasta el momento, se habla de 225 muertos, decenas de edificios derrumbados, aun mucha gente atrapada y la escuela Rébsamen localizada en la zona sur de la capital, se convirtió en emblema del rescate, ya que sufrió el colapso del edificio principal, en el que se han confirmado 25 víctimas mortales, 21 niños y cuatro adultos. Se sabe que aún hay niños atrapados y una de ellas es Frida Sofía de 12 añitos, que mantiene en vilo al país, pues es la única que pudo comunicarse y decir que está con vida, pero completamente inmovilizada.
Después de todo, uno se siente relativamente afortunado, pero el dolor de la gente, también duele y mucho...”