En el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de las Malvinas, conmemorado el último 2 de abril, a 38 años del desembarco de las tropas argentinas en las Islas, nos propusimos homenajear a nuestros héroes en las voces de sus hijos e hijas.
En el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de las Malvinas, conmemorado el último 2 de abril, a 38 años del desembarco de las tropas argentinas en las Islas, nos propusimos homenajear a nuestros héroes en las voces de sus hijos e hijas.
Son jóvenes adultos que aprendieron a caminar la vida con un hecho que marcó a su entorno para siempre, y por generaciones. Es que en su familia, alguien fue a la guerra. Y no fue un tatarabuelo, en aquellas historias lejanas de una Guerra Mundial librada en otro continente. Fueron sus propios padres quienes se pusieron los trajes de héroe y salieron al frío más frío que se puede imaginar a luchar contra un enemigo totalmente desigual.
Hubo vecinos de acá, de San Lorenzo, Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán, Puerto General San Martín, Granadero Baigorria, de todo el Cordón Industrial, que viajaron al sur de nuestro país a luchar por la soberanía de las Islas Malvinas, arrebatadas por Reino Unido, sin saber que quienes los mandaban a pelear, ya conocían el triste final.
Desigualdad de armamentos, de vestimenta, de capacitación, sumado a gestos de amor enviados en donaciones que nunca llegaron y un pueblo saliendo a la calle a celebrar el “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla” y la famosa estafa del “Vamos ganando”, cuando nuevamente los medios fueron la pantalla para engañar a un pueblo arrasado por una atroz dictadura y expuesto a una guerra inhumana.
Esa dictadura cívico militar y eclesiástica encabezada en ese tiempo por Galtieri, dio su último manotazo de ahogado mandando a los jóvenes a luchar en una guerra que utilizaron para que les de al gobierno militar la última posibilidad de apoyo popular a una causa común, en medio de uno de los momentos más oscuros de nuestro país, cuando la sangrienta dictadura ya dejaba 30 mil desaparecidos.
Setenta y cuatro días duró la guerra y tuvo el resultado horroroso de 649 muertes de argentinos, a lo que se debe sumar los más de 500 suicidios a causa de secuelas y traumas.
En este texto, nos proponemos reivindicar a esos hombres en las voces de sus hijos e hijas, quienes hoy integran una subcomisión en el Centro de Ex Combatientes de Malvinas de San Lorenzo.
Conocer qué recuerdo tienen sobre el momento en que se enteraron que sus padres son ex combatientes, qué historias los marcaron sobre relatos de aquellos días en las islas, cuál es el legado que eso les dejó en sus vidas y cómo continúan trabajando por la memoria.
En las voces de Martín, hijo de Juan Carlos Di Rocco; Gisela, hija de Manuel Bazán; Ever, hijo de Edgardo Arnoldo; Natalí, hija de Ángel Gauna y Mayra, hija de Sergio Stechina, va un homenaje a tantos héroes de Malvinas de nuestra región, y en ellos a todos los veteranos y caídos en la guerra de Malvinas.
Nacer con la historia en la piel
Familia. Natalí, con su papá Ángel Gauna, una prima, su mamá y sus hermanos.
Cuando les consultamos sobre su recuerdo del día en que cayeron en la cuenta de que eran hijos de héroes de Malvinas, todos dicen que es algo que desde muy pequeños supieron llevar consigo, siendo parte constitutiva de su vida desde la primera hora.
“No tengo un día, porque nosotros convivimos con eso, seguramente en la escuela ya empezamos a charlar, pero no tengo el recuerdo de un día puntual. Siempre convivimos con mi papá yendo a los actos, porque siempre se vivió con eso, con que mi papá es ex combatiente de Malvinas”, cuenta Gisela, de 35 años, una de los tres hijos de Manuel Bazán, de San Lorenzo.
“Siempre, toda la vida lo supe, no tengo noción desde qué momento, pero sí me acuerdo de muy chica, haber descubierto cartas que mi papá le mandaba a mi mamá, -porque ellos estaban de novios cuando él estuvo en la guerra- y haberlas leído, habré tenido 6 o 7 años”, dice Mayra, de 28 años, una de los dos hijos de Sergio Stechina, de San Lorenzo.
“Siempre lo supe”, también asegura Natalí Gauna, sanlorencina de 30 años, una de los tres hijos de Ángel y agrega: “de chica no tomaba dimensión de lo que él había pasado, iba a los actos, pero de grande me empecé a involucrar y a entender todo lo que él pasó y sufrió y lo que le cuesta día a día, entonces empecé a acompañarlo más. También hemos leído las cartas que le mandó gente que no conoce y la carta que él le mandó a su mamá, cuando lo llevaron”.
Martín tiene 27 años, es uno de los cuatro hijos de Juan Carlos Di Rocco de barrio Celulosa de Capitán Bermúdez y asegura que tiene un día clavado en la cabeza: “me acuerdo patente el día que me empezaron a marcar todos estos sentimientos por las Malvinas y los veteranos. Yo era chico, iba a cuarto grado de la escuela primaria, con cabeza de chico, no entendía mucho lo que pasaba, pero un acto, para un 2 de abril fue mi viejo a la escuela, dio su testimonio, y ahí empezó todo para mí con respecto a Malvinas, a la valoración de tener un veterano de guerra en casa, cómo me cambió la vida emocionalmente”.
Ever Arnoldo, tiene 32 años, es uno de los tres hijos de Edgardo, sanlorencino que falleció hace dos años atrás, y recuerda: “yo era muy chico, particularmente mi papá siempre habló de Malvinas, recuerdo que visitaba la escuela a donde yo iba y participaba de los actos del 2 de abril, tengo una foto de la primaria donde estoy con todo el curso y mi papá. Así que desde muy niño supe de la participación de él en el conflicto, a partir de su palabra, de sus anécdotas, y de los relatos que fue construyendo”.
Relatos que marcan la vida
Malvineros. Juan Carlos Di Rocco con su esposa, y fotos familiares de sus hijos y nietos.
Sus hijos e hijas, en sus vidas cotidianas, escucharon mucho sobre Malvinas y aquellos días de frío y bombas. Algunas historias contadas por sus propios padres, pero también por documentales o entrevistas. Casi todos coinciden en que a sus viejos les costó mucho hablar de la guerra, incluso algunos permanecieron largos años callados, sin poder expresar todo lo que aquellos días les generó en el alma y en el cuerpo. A muchos aún les cuesta hablar en la actualidad.
Gisela Bazán contó que “el recuerdo que tengo de algo que me contó fue es reciente. Porque hace poco nos empezamos a juntar, hicimos una subcomisión de hijos, y sentimos que les cuesta hablar, que es algo que los puede poner tristes, entonces sentimos que siempre nos costó hablar” y agregó: “hace poquito, me enteré que un día mi papá se había ido del lugar donde estaba, porque por el clima se había inundado el pozo tipo trinchera donde estaban resguardados, entonces lo mandaron a otro lado y ese día bombardearon el lugar donde él estaba antes, podría haber muerto porque cayó la bomba ahí. Yo creo que eso fue un milagro, el destino que lo puso en otro lugar, él estaba con los cañones, pero podría haber muerto ahí”.
Mayra Stechina expresó: “me acuerdo que mi papá le contaba situaciones de la guerra a mi mamá en sus cartas, contándole que estaba bien, manteniéndola al tanto del día a día. Mi papá no es de hablar, me cuesta mucho preguntarle, es una deuda que tengo con él de preguntarle mucho de la guerra y de lo que él vivió. Es una persona a la que le cuesta muchísimo hablar, como a muchos otros ex combatientes”.
La joven añadió: “mi papá volvió a Malvinas hace poco y fue ver las fotos y darnos cuenta del dolor que ellos tienen adentro. Vi la imagen de una iglesia y le pregunté qué era, pero no me dijo nada, y después mi mamá me dijo que era un lugar donde había estado prisionero. Sé que es algo que les genera mucho dolor, pero de lo que se sienten orgullosos, y es lo que nos transmitió a nosotros como familia, el orgullo por los veteranos, por él, el honor que tenemos de que esté en nuestra familia malvinera que es lo que siempre nos inculcaron: el valor de la familia y el apoyo”.
Homenaje. Sergio Stechina con sus hijos, esposa y nietos, en el museo de Malvinas en Buenos Aires.
Natalí Gauna recuerda: “me quedó que los chicos de las escuelas les mandaban cartas apoyando y brindando ayuda que nunca llegaron. La carta que le mandó a mi abuela está por la mitad, él le cuenta a dónde está yendo y le dice que no se preocupe, trata de tenerla calmada. Más que nada me marca lo que él pasó, hambre, frío, miedo y que era muy chico, tenía 18 años. Compartimos los documentales que pasan en la fecha o videos y me va contando” y agrega: “mi papá es bastante reservado, pero los 2 de abril se recuerda todo el día a Malvinas, vemos los documentales, a mi me genera un poco de angustia ver eso, pero lo acompaño. Tal vez él cuando se queda solo lo vivirá de otra manera”.
Martín Di Rocco dijo sobre aquellas historias que lo marcaron: “mi viejo es bastante conservador, no fue fácil la guerra para él y todo lo que vivió y a su vez eso lo marcó para la crianza para con nosotros. En la crianza fue muy estricto y con muchos valores, en base a lo que él se trajo de allá, recién ahora venimos compartiendo unos momentos más de grandes. Recuerdo muchísimas cosas, nosotros nunca tuvimos una conversación cara a cara, porque a él se le hace difícil y a nosotros también. Por eso en estas fechas siempre estamos todos muy emocionados, queremos estar con él para ayudarlo a pasar esta etapa que todos los años se renueva, y queremos estar apoyándolo, ayudándolo”.
Ever Arnoldo contó el legado que recibió de su papá: “Lo que a mi me queda de mi viejo, de sus relatos, es sobre todas las cosas un gran sentido de pertenencia, un sentimiento muy fuerte, una gran familia, quienes formamos parte de esta gran familia malvinera, sabemos que tenemos muchos sentimientos en común, que nos une el amor por la causa, por el prójimo, el amor propio, que nos pudimos reinventar, todas las familias, después de haber transcurrido duros años en donde nosotros, los hijos, vivimos cuando éramos muy chicos, lo que fue la desmalvinización, entonces el proceso de transformación para dejar de ser ocultados o tapados por el Estado, o por un proceso político que pretendía la desmalvinización, y poder transformar todo eso en lucha, en coraje, en solidaridad, en trabajo comunitario, en reconocimiento permanente a los héroes que quedaron en Malvinas” y enfatizó: “de mi viejo me queda su capacidad de poder transformarse él, junto con sus compañeros, en espíritu de lucha y de trabajo permanente, transformando el dolor, y todo lo malo y feo que tiene una guerra, porque la guerra no sirve para nada, solamente causan dolor tristeza, destruyen familias, proyectos personales y de vida, para poder transformar todo eso en alegría, en familia, en solidaridad, trabajo con la comunidad. De mi viejo me queda todo eso, un gran espíritu de transformación, de lucha, cuando realmente la tuvieron muy difícil cuando volvieron de la guerra”.
Hijos e hijas del orgullo
Descendencia. Manuel Bazán, con sus hijos, esposa y nietos.
“Orgullo” es la palabra que no se le escapa a ninguno cuando se le pregunta qué es para ellos ser hijos de ex combatientes y en todos las palabras se quebrantan de emoción.
Gisela, la hija de Manuel asegura: “ser una hija de excombatiente es un legado importante el que me deja, soy mamá, tengo dos hijos, y siento el orgullo cada vez que le cuento a mi nena de siete años, que es la que más comprende. Siento orgullo y la responsabilidad de seguir compartiendo de generación en generación lo que fueron nuestros héroes, lo que hicieron y desde nuestro lugar, de un lugar de paz, que sea inclaudicable el reclamo de la soberanía sobre nuestras islas”.
Mayra sobre Sergio: “para mi ser hija de un ex combatiente es un orgullo tremendo, digo que mi papá es excombatiente y se me infla el pecho. Saber que fue algo que a mi papá lo marcó de manera muy fuerte, pero a su vez fue algo muy triste y a la vez algo lindo para uno sentir que tu papá tuvo el valor a los 20 años de haber ido a una guerra sin saber lo que era una guerra y sin saber agarrar nada, para mi es orgullo y cada vez que lo cuento hay veces que se me quiebra la voz, pero es apoyarlo, acompañarlo y respetarlo sobre todo”.
Y otra vez el orgullo, en Natalí sobre Ángel: “me da orgullo, pero también digo qué bueno podría haber sido haberle evitado todo esto a mi papá, si estuviese en mi poder y que no le haya pasado nunca” y sobre el presente asegura que en muchas situaciones de la vida cotidiana se le viene aquello a la mente: “por ejemplo me pasa ahora, que estamos encerrados por la cuarentena por el coronavirus, veo que no estamos todos en la misma situación, pero la que a mi me toca, gracias a dios, es con todas las comodidades para quedarme en mi casa y digo, si mi papá pudo soportar todos esos días allá, sería muy injusto quejarnos por quedarnos en casa, cuando solamente nos toca eso”.
Martín, sobre Juan Carlos: “significa mucho ser hijo de un héroe de Malvinas, es muy difícil de explicar, en base a todas las historias que hemos escuchado, que hemos vivido, son cosas muy fuertes y eso te forma como persona. Ahora ayudándolo en la causa con la subcomisión de hijos, es lo más hermoso que me pudo haber pasado a mí, mi hermana también está ahí en el grupo, y estamos haciendo cosas muy lindas. La verdad que es hermoso poder formar parte de esto y poder ayudar a ellos con su misión de seguir recordándolos y que no decaiga” y agregó: “yo tenía un fanatismo emocional hacia la causa, hacia los veteranos, eso te incita a que quieras a la Patria, que quieras al otro, son valores que te inculcan que se te meten en la vida. Cuando yo entendí todo lo que había pasado, es como que lo sentí mío, propio, era el tipo de persona que quería ser, mostrarle a la gente qué es lo que quiero que se vea, que se valores, que no se olvide, que no se pierda”.
Héroe. Edgardo Arnoldo con sus hijos Ever, Andrés y Alexis y amigos.
Ever Arnoldo cuando le preguntan sobre qué significa ser hijo de un héroe de Malvinas responde: “para mi Malvinas es parte de mi identidad, forma parte de mi vida entera porque toda la vida hemos estado en esto acompañando a mi padre, a los veteranos” y contó cómo trabajan los hijos en el Centro de Ex Combatientes de Malvinas de San Lorenzo: “como hijos e hijas por suerte podemos decir que después de 38 años, este 2 de abril nos encuentra juntos como en su momento estuvieron juntos nuestros padres, juntos para poder continuar con la tarea que ellos iniciaron, para poder continuar con las acciones solidarias, con los centros de excombatientes, para seguir predicando con el ejemplo, para seguir reivindicando la gesta de Malvinas, seguir recordando a los héroes de Malvinas y seguir pidiendo por soberanía nacional”.
El hijo de veterano añadió: “el gran objetivo de máxima es que las Malvinas son argentinas, nosotros queremos discutir la soberanía y para hacerlo lo tenemos que hacer juntos desde la acción y desde el sentimiento que nos une como esta gran familia, de haber pasado por matices, pero situaciones muy similares todos, cada uno en su núcleo familiar, y ahora todos juntos, ese sentimiento para poder hacer lo que hacían nuestros padres y poder continuar lo que ellos hacen en la actualidad, para seguir trabajando junto al pueblo que fue el que siempre nos reconoció, porque nosotros nos sentimos parte. Cuando nuestros padres caminaban por los desfiles y la gente los aplaudía, nosotros también recibíamos el aplauso como propio y muchas veces íbamos de la mano de nuestros padres, la diferencia hoy es tal vez que nos toca empezar a tener un rol un poco más activo, pero nosotros siempre fuimos parte de esto, estuvimos al lado de nuestros padres durante todos estos años y hoy transformamos eso en unidad y en trabajo institucional dentro de los Centro de Ex Combatientes armando las subcomisiones de hijos no solo en San Lorenzo y en Rosario, sino en un montón de lugares de la provincia de Santa Fe y prácticamente en todas las provincias Argentinas. Generación Malvinas es un movimiento que está en todo el país”.
Y Malvinas es cada día, y en eso también coinciden todos. Así lo cuenta Ever: “Malvinas es todos los días, es todo el año, si entrás a mi casa vas a encontrar Malvinas del principio hasta el final, y no hay un solo día en nuestra vida que no recordemos a nuestros héroes, que no estemos al lado de nuestros padres y que no tengamos presente esta causa que no nos pertenece solo a nosotros, es una causa del pueblo, en la que todos tenemos que abrazarnos para poder lograr el objetivo de que estas tierras tan anheladas vuelvan a estar bajo la mas linda, la bandera celeste y blanca. Por supuesto que allí hay una lucha de intereses, porque Malvinas también son recursos naturales, y si hoy el Reino Unido las tiene, no es por casualidad, sino porque este país tiene una gran riqueza y por las grandes potencias y el colonialismo que lamentablemente a esta altura en el siglo XXI sigue existiendo en el mundo”.
En sus hijos e hijas el recuerdo, en sus nombres la memoria y el agradecimiento de un pueblo, a los hombres que fueron a la guerra y también, a aquellas mujeres que los acompañaron allá y los recibieron acá. Sin olvidar a las mujeres que también fueron protagonistas de la guerra, como instrumentistas quirúrgicas y enfermeras, mujeres a bordo de aviones que trasladaban heridos de las islas al continente; oficiales o personal de buques mercantes con tareas logísticas o parte de operaciones de inteligencia, entre otras. A todos y todas, gracias.
¡Son Argentinas! ¡No las hemos de olvidar! A nuestros héroes tampoco.
Flavia Campeis