Aparentemente, el procedimiento se relaciona con la investigación por el crimen de Fermín Rodríguez, el abuelo de futbolista Marcos Ruben.
Eran las 8 de la mañana del último sábado, cuando Marcelo estaba durmiendo y se despertó sobresaltado por golpes y gritos. Segundos después, policías le daban órdenes, lo apuntaban con armas, lo arrojaban al piso y lo esposaban. Al poco tiempo notaron que se trataba de un error: buscaban al antiguo morador de la casa que vivía en ese lugar hace siete años.
“Estaba durmiendo, entró la policía, me pusieron dos armas en la cabeza y me gritaban ‘tírese al piso’, no me dejaron vestir, me esposaron desnudo. Solo me decían que buscaban armas, pero, obviamente, no encontraron nada”, contó a SINTESIS la víctima de hecho.
Para irrumpir en el domicilio de calle Domingo Borghi 501 de Fray Luis Beltrán, los agentes “rompieron la puerta principal, la del lavadero y la de otra propiedad que estoy construyendo en el mismo terreno”, detalló Marcelo.
Sobre el motivo del allanamiento, solo le explicaron que “buscaban a un tal Bustos, que tenían esa dirección. Cuando compré esta casa siete años atrás sabía, por lo que me habían comentado, que aquí vivía el asesino del abuelo de Marcos Ruben”, agregó y detalló que desde entonces “la casa cambió mucho, era de 40 metros cuadrados y yo levanté 180 metros en total”.
Momentos después de iniciado el allanamiento, la actitud de los policías cambió: “Cuando vieron que no era la persona que buscaban me quitaron las esposas y me hicieron firmar varios papeles de los que no me dejaron ninguna copia”, contó aunque aclaró que no pudo identificar a que fuerza pertenecían los uniformados ni que fiscal ordenó el allanamiento. “Ni siquiera me pidieron disculpas”, expresó.
El vecino apuntó un dato azaroso que lo tranquiliza: “Por suerte estaba yo solo porque mis hijos viven conmigo pero, justo ese día, se habían ido a la casa de su mamá. Si ellos estaban hubiese sido un momento mucho más traumático”, reflexionó y confesó que “me quedé con una gran angustia”.
Para que su casa volviera a la normalidad “además de acomodar todo el desorden, gasté casi 70 mil pesos en cerraduras”, detalló.
Marcelo todavía no se explica el violento momento que vivió y pregunta: “¿Cómo no investigan que la persona que buscaban, hace años que no vive más en ese lugar?"