(Diálogo imaginario entre San Martín y Juan Parish Robertson, Viajero y agente encubierto del Foreign Office)
Las pupilas se dilatan,
Penetran la oscuridad
Del campo antes del río
Dicen, por allí vendrán.
Uno tiene ojos café,
Pequeños pero severos.
El otro, de azul inglés
Sigilosos, no sinceros,
Ocultos en la espadaña
Del convento de San Carlos.
- Cómo piensa recibirlos…?
Pregunta Parish, el falso.
San Martín lo mira y dice
Con dos cargas simultáneas
Yo con setenta montados,
Bermúdez la segunda ala.
- Porque se arriesga así usted?
Recibe la primer descarga…
- Si yo los mando a morir…
Mi sable es punta de lanza.
- Buenos Aires no lo quiere…
- De veras que allí estoy solo.
- Un triunfo necesita…
- Uno épico y redondo.
- Podría llegar a ser jefe…
Aclamado por el pueblo suyo…
- El pueblo quiere a Belgrano…
- Pero no los patilludos.
- Nunca he de confiar en ellos…
- Ellos no confían en ninguno…
- La vocación de poder, enferma,
Y contagia, se lo aseguro.
Eran las tres, cantó el gallo.
En los navíos se aprestan
San Martín aguza el oído
Zabala ordena pie a tierra.
Aquel 3 de Febrero de 1813,
El sol estaba expectante,
Se hizo eterno el galope,
Cambió de cara la suerte.
Autor: Omar Yorie
Rosario – Santa Fe