Donde el sol se despereza

Donde el sol se despereza

Donde el sol se despereza

Hoy el honor se cotiza según lo marca la hacienda,

otorgando relevancia a seres que bien reflejan

a esta sociedad dormida, sin memoria ni conciencia.

La palabra ya no tiene ni sombras de lo que fuera;

revisores y profetas se venden por dos monedas

denostando con sus dichos hasta la misma bandera.

 

Yo te evoco, San Martín, líder de la independencia.

Diste el ejemplo con actos al exigir obediencia,

en lugar de verborragia fuiste maestro en estrategias.

Con tu salud quebrantada te miró la cordillera,

sin peajes, con simples mapas, baquianos con experiencia;

abastecerse tan solo con agua que se deshiela.

 

Junto a tus hombres cruzaste esa barrera de piedras,

vieron caballos y mulas lo arriesgado de la empresa.

Hubo quienes por envidia, mezquindad o mala esencia

quisieron ganar terreno a traición, mentira y lengua.

A esos pobres infelices, los mató la indiferencia,

caminan entre las sombras de la historia verdadera.

 

San Martín, José Francisco, tu corazón fue la leña

de buen árbol que enseñó a tantos la buena senda.

Has declinado homenajes, regalías y otras yerbas

anteponiendo el deber como una sagrada herencia.

Heredad que se extendió a educar con entereza

sin buscar premios a cambio. Sólo sembrar con prudencia.

 

Donde haya un nido de cóndor, donde el sol se despereza

donde haya hombres de bien que ésta patria se merezcan,

allí vivirá tu nombre; donde prime la conciencia.

Desde Ecuador hacia el sur, del Plata a la cordillera

se repite tu legado: “Libertad e Independencia”

y en San Lorenzo el clarín testimonia tu grandeza.

 

Autora: María Rosa Rzepka

Florencio Varela - Buenos Aires