¡Que se ponga picante de una vez por todas!

    Entre las tantas definiciones que tiene la palabra “picante”, una es “Acrimonia o mordacidad en el decir”. Acrimonia es acritud, que en definitiva es “aspereza”, un término más adecuado a la palabra “picante” que utilizó el nuevo ministro de seguridad de la provincia, Marcelo Saín, al olfatear cierto desagrado o rebelión de parte del jefe policial de Rosario que tomó la decisión de retirar la custodia de los edificios públicos. En ese momento el flamante ministro le ordenó al jefe policial que restituya de inmediato esa custodia y que no tenía autoridad para cuestionar las decisiones de la conducción política “…porque sino voy a ir para allá y la cosa se va a poner picante” le dijo, si no lo hacía inmediatamente.

    Por supuesto, tan picante se puso la situación que a los pocos días Saín descabezó a la policía de la provincia e intervino la Unidad Regional XVII del departamento San Lorenzo, entre otras decisiones. Y, ¿por qué la jefatura de San Lorenzo? Como se sabe en el último tiempo se produjeron detenciones de policías vinculados a casos de narcotráfico y durante mucho tiempo se habló entre bambalinas que a San Lorenzo eran destinados la mayoría de los policías sospechados o acusados de tener vinculaciones con el narcotráfico en la ciudad de Rosario, lo que la Unidad Regional XVII sería un poco como el patio trasero de esa ciudad cuna de los monos y otras bandas peligrosas.

    Pero este medio también ha denunciado en el pasado una atroz connivencia entre la policía y el delito, bajo la mirada boba de la justicia y del poder político, que nunca se hicieron eco de estas denuncias, como la de los puertos secos y garitos de juego clandestino. Es más, hasta un “dueño” de un puerto seco se animó a un reportaje y dijo que lo que recaudaban en el puerto seco se destinaba a obras de caridad. Caradurez si las hay en estas barrancas de negocios sucios y oscuros. 

    También tenemos el caso de Paula Perassi en toda su magnitud y dramatismo. En fin, crónicas hay tantas como tanto el silencio de quienes deberían ordenar este caos que nos rebota en la sociedad con la gran cantidad de robos y muertes, inseguridad y miedo que se apodera de los ciudadanos.

    Por eso, bienvenido sea un ministro que, en principio, parece querer imponer un orden que se ha perdido hace mucho tiempo. 

    ¡Que se ponga picante de una vez por todas! Y que la luz alumbre esa oscuridad en la que estamos sumidos por culpa de quienes deberían haber velado por la seguridad de todos.

     

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