La Aduana San Lorenzo en la mira

    No es un secreto, ya se sabe desde hace dos años: Elisa Carrió presentó una denuncia en el Juzgado Federal de Rosario a cargo de Carlos Vera Barros sobre los delitos de contrabando y narcotráfico que campean en las aduanas, especialmente la de San Lorenzo. 

    Pero esto es solo un detalle de una gran investigación sobre la “Hidrovía Paraná-Paraguay”, que promete desarticular una mafia enquistada desde hace años, que incluye a todos los que están vinculados de una forma u otra a las actividades que se registran en el río Paraná y en sus muelles.

    La reciente detención de un empleado de la aduana San Lorenzo, que de forma impune y desembozada traficaba cargamento de drogas de un lugar a otro dentro del país, utilizando la fachada de su actividad, señala el sentimiento de impunidad con que se desenvuelven algunos personajes. La lista de los sospechosos es larga y compleja, como lo es esta actividad espúrea que existe desde el fondo de la historia. Pero el narcotráfico ha generado ambiciones dispares en la sociedad y mucho más con aquellos vinculados a la actividad del río y portuaria. El dinero fácil compra voluntades y más aún en aquellos que tienen funciones claves en lugares donde el contrabando y el narcotráfico operan, muchas veces con la mirada cómplice o torpe del Estado.

    Pero ahora hay denuncias concretas, investigaciones en curso y hasta posibilidades de intervención de la Aduana de San Lorenzo, porque el submundo que se oculta detrás puede llegar a ser más verosímil que cualquier fantasía. Es más, quizás una intervención sea la solución para que las investigaciones continúen con mayor seguridad.

    Por las aduanas pasa todo y cuando se producen estas calamidades de falta de control real, el peligro puede extenderse a toda la población, con la entrada de enfermedades o por actividades relacionadas al terrorismo. Porque la seguridad, los controles, se realizan con una laxitud sorprendente y muchas operaciones quedan en manos de particulares, o sindicatos o simples operadores a los que nadie controla. Entonces, se construyen “negocios” ilegales a los cuales pasado mucho tiempo es difícil de desarticular. Solamente la intervención del Estado puede enfrentar con éxito a las mafias enquistadas en estos enclaves de poder oscuro, sino los gobiernos que no lo hagan serán cómplices.

     

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