Próximamente se inaugurarán las obras ferroviarias de acceso a los puertos del polo agroindustrial de Timbúes. Esta obra de infraestructura proyectada en 2014 cuando finalizaba el gobierno de Cristina Fernández, iniciada en la gestión de Mauricio Macri y prontamente inaugurada por el presidente Alberto Fernández, permitirá triplicar la carga transportada en trenes a los puertos del Gran Rosario, pasando de descargar dos trenes de 45 vagones por día a cuatro trenes de entre 60 y 100 vagones por día.
Una obra de envergadura que demandó una inversión de 4680 millones de pesos, aportados por fondos privados y del Estado, que conecta la vía principal del Belgrano Cargas con los cinco puertos cerealeros más grandes del país y que permitirá aumentar la productividad y la ganancia.
Sin embargo, un detalle no menor de este proyecto a punto de inaugurarse: la traza ferroviaria cruza la ruta 11 en la localidad de Oliveros, donde se produce el desvío del Belgrano Cargas, una ruta nacional muy transitada por camiones y vehículos livianos, donde los trenes que crucen significarán un altísimo riesgo para la seguridad vial y una de las tantas molestias que sufren los ciudadanos. Una manera de salvaguardar la seguridad vial hubiera sido construir un puente carretero, como el que se construyó en el cruce del río Carcarañá y como en cualquier parte del mundo con un grado de coherencia.
Es indudable que el proyecto contempló la mejora de infraestructura para la logística agroexportadora, aportando agilidad, eficiencia y mayores ganancias; pero es lamentable que no se haya evaluado la seguridad vial desde una perspectiva integral en la que convivan la producción, el ferrocarril y el transporte automotor y de cargas, previniendo accidentes y priorizando la seguridad de todos.
Uno de los pocos funcionarios locales que señaló este aspecto cuando el proyecto se presentó en el Foro de localidades portuarias fue el Intendente de Puerto General San Martín, Carlos De Grandis, quien se opuso rotundamente a semejante traza sobre la ruta 11.
Una vez más, los ciudadanos de esta región, debemos sufrir la vida cotidiana por las pésimas planificaciones que se realizan en Buenos Aires. Y a las que, salvo excepciones, nadie es capaz de tener el valor de enfrentar este avasallamiento, plantarse, y manifestar a viva voz que ante tanta inversión no costaba nada agregar las estructuras para prevenir accidentes, molestias y evitar lo que siempre ocurre en “nuestras” rutas, embotellamientos, colapso de camiones y peligrosos embudos.