La historia del Equipo Argentino de Antropología Forense, postulado al Premio Nobel de la Paz, en la voz de uno de sus integrantes, Juan Nóbile.
La historia del Equipo Argentino de Antropología Forense, postulado al Premio Nobel de la Paz, en la voz de uno de sus integrantes, Juan Nóbile.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) fue postulado al Premio Nobel de la Paz 2020. Juan Nóbile, antropólogo, profesor de historia y músico sanlorenino, es parte del equipo reconocido internacionalmente, una organización científica, no gubernamental, sin fines de lucro, fundada en Argentina en 1984.
En diálogo con SÍNTESIS realizó un recorrido por su carrera en este espacio y sobre cómo se llega a la postulación.
La candidatura se fundamentó en “la tarea del EAAF en el ámbito de la ciencia aplicada a conocer la verdad y colaborar con la justicia”. Se trata de una propuesta presentada por Karina Batthyány, secretaria ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), y Alejandro Villar, rector de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).
Un sanlorencino camino al Nobel
“Empecé en el EAAF con el inicio de la causa San Lorenzo, en el cementerio municipal, por averiguación de la verdad histórica”, recuerda Nóbile sobre sus primeros contactos con el equipo.
“Estaba trabajando como parte de la Universidad Nacional de Rosario, y cuando hallamos los primeros restos nos contactamos con el EAAF para que haga la gestión. Habían derogado las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el EAAF necesitaba personal para trabajar y me ofrecieron empezar a trabajar con ellos, a partir de la tarea de San Lorenzo”, contó y agregó: “comencé en distintas áreas, primero con todo lo vinculado a la provincia de Santa Fe y al Segundo Cuerpo de Ejército y, después, me hice cargo de la zona de Tucumán y también Buenos Aires (La ex Esma) y La Plata”.
Nóbile recordó que “durante la primera parte se derogaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, entonces empezó a haber una demanda de trabajo mucho mayor, sobre todo en cementerios y centros clandestinos de detención, como La Esma, el Pozo de Arana, el ex Batallón de Arsenales Miguel de Azcuénaga donde había denuncias de fosas comunes, Puente 12 y en el Regimiento 7 de Infantería de Arana”.
Cómo se trabaja
Juan Nóbile contó cómo es el desempeño del EAAF en el territorio, que lejos de permanecer lejos de las víctimas o sus familiares, se nutre continuamente de ese vínculo, que es también lo que los vio nacer.
“Trabajamos con tres etapas de investigación. La primera es la preliminar, donde se analizan las denuncias y los testimonios sobre el lugar que se va a abordar y se hacen entrevistas a sobrevivientes, para tener información sobre cómo era el lugar, además de contar con información gráfica como fotografías y planos”, describió Nóbile.
A la vez, refiriéndose a la etapa donde él trabaja con mayor intensidad, relató: “luego se comienza con la segunda etapa, de prospección, etapa arqueológica en la que más trabajo yo, que tiene que ver con la excavación de fosas, sobre el terreno, donde se pueden usar georradares o elementos que permiten leer el terreno sin excavar. A partir de eso también se pueden hacer exploraciones del terreno, a veces se hacen manualmente o se pueden utilizar maquinarias, como retroexcavadoras, etc.
Luego empiezan las exhumaciones, con los restos que recuperamos. Ahí trabajan arqueólogos, estudiantes de arqueología, personal necesario para el registro, personal judicial, y todo el material recuperado pasa a la tercera etapa de laboratorio”.
Sobre esa tercera etapa, el antropólogo sanlorencino dijo que “ahí se establece si los restos corresponden a hombre o mujer y se puede estimar una serie de variables, como estatura, edad, características del estilo de vida de la persona y lesiones que pudo haber sufrido. Luego, con las preguntas que surjan de estas tres etapas, se generan hipótesis de identidad”.
La última fase del trabajo, es la etapa de la información genética: “se extraen muestras óseas que son enviadas al laboratorio para ver si se puede extraer un código de ADN, que luego son comparados con el banco de sangre de las muestras que dejan los familiares de desaparecidos. Todo esto vinculado a víctimas del Terrorismo de Estado, ya que el 95 por ciento del trabajo del EAAF en Argentina es vinculado a esto”.
Según Nóbile, “una vez que identificamos, informamos paralelamente al juez y se les informa luego a familiares. Después viene la restitución, de lo que se encargan los organismos judiciales y familiares”.
Tarea humanitaria
Sobre el rol fundamental del equipo, Juan destacó que “lo más importante del EAAF es lo humanitario. Restituir los restos de una persona es darle a los padres o familiares la posibilidad de una verdad, de saber qué pasó después de tanto tiempo y también, que a partir de ahí, se puede hacer la ceremonia que se considere necesaria para elaborar el duelo y enterrar a la persona”.
La historia no queda allí, sino que aún el rol de los peritos trasciende esas enormes fronteras. “Conjuntamente con la parte humanitaria, finalizado el trabajo, si nos citan en los juicios por delitos de lesa humanidad, tenemos que declarar. Esto es muy importante porque es un discurso científico que se expone ante un tribunal. Declarar como perito es declarar con esa autoridad desde un criterio científico”, explicó.
No puede elegir una, asegura que todas las tareas que realizó, tanto en Argentina como en países remotos, lo han marcado y ha aprendido. Sin embargo, Nóbile contó que “las primera causas son las que más te marcan, en ese sentido la primera identificación de la que formé parte, en un trabajo colectivo, fue la de Alberto Isidoro Losada, que estaba enterrado como NN en el cementerio de San Lorenzo. Este primer caso me marcó, pero también todos los casos tienen su particularidad y se va a aprendiendo de todos”.
Actualidad
El Equipo Argentino no solo trabaja para esclarecer y recuperar identidades de víctimas de las dictaduras. Además, tiene en su haber la identificación del Che Guevara en Bolivia, de los cuerpos del poeta Pablo Neruda y el ex presidente chileno Salvador Allende, la identificación de las 122 tumbas anónimas en el cementerio de Darwin en las Islas Malvinas, el reconocimiento del cuerpo de Azucena Villaflor, fundadora de Madres de Plaza de Mayo, los casos de Santiago Maldonado y de Carlos Menem Jr.
Sin embargo, también trabajan casos de la actualidad, como el ejemplo concreto de nuestra región, donde Juan Nóbile trabajó durante más de medio año en la cava en Puerto General San Martín donde se buscó el cuerpo de Paula Perassi, así como también en diferentes búsquedas en la región para dar con la mujer desaparecida desde 2011.
Entre los casos en los que se desempeñan están desapariciones por delitos de lesa humanidad, masacres contra pueblos originarios (como wichi, mocoví, toba) y desapariciones en democracia. Juan Nóbile trabajó también en la identificación del joven Luciano Arruga en Buenos Aires y de Daniel Solano en Río Negro.
Además, el equipo realiza trabajos en más de 50 países, donde ha habido conflictos políticos, violencias religiosas, conflictos interétnicos, “lugares donde nos convocan a trabajar desde los Tribunales Internacionales de derechos humanos, o también convocan familiares u organismos independientes del Estado”, explicó Juan. Así, él recorrió gran parte de América Latina y también otros continentes.
Escuela
A treinta y seis años del surgimiento del EAAF, de la mano del antropólogo estadounidense Clyde Snow, quien llegó al país junto a otros seis miembros de la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia, convocados por la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y la CONADEP, para identificar restos de desaparecidos, hoy el equipo tiene más de 70 profesionales y sus servicios de excelencia son solicitados de los más variados países como Angola, Bolivia, Bosnia, Brasil, Chile, Colombia, Croacia, la República Democrática del Congo, Timor Oriental, El Salvador, Etiopía, Polinesia Francesa, Guatemala, Haití, Honduras, Indonesia, Kurdistán, Irak, Kosovo, Costa de Marfil, México, Panamá, Paraguay, Perú, Filipinas, Rumania, Sierra Leona, Sudáfrica, Uruguay, Venezuela y Zimbabwe.
El equipo funciona en el predio de la Ex Esma (Escuela de Mecánica de la Armada) de Buenos Aires y es una escuela de ciencias forenses, donde acuden integrantes de todas partes del mundo a formarse. El actual director es Luis Fondebrider, uno de los jóvenes antropólogos que comenzó trabajando con Snow.
Juan remarca que “la motivación de surgimiento del EAAF fue que, recuperada la democracia en 1983, las madres de Plaza de Mayo trataban de buscar si había algún tipo de organización o institución que pudiera dar identidad a partir de los restos óseos” y así asegura que “una de las características fundamentales del EAAF es que es una organización no gubernamental y eso garantiza una serie de criterios que trascienden los gobiernos”.
En este sentido, cabe destacar que el EAAF depende de aportes de organismos, instituciones y del Estado. Justamente durante el gobierno de Mauricio Macri no se realizaron los aportes normalmente a este organismo y hubo atrasos en las tareas que podían realizar.
Criterio científico a la memoria
Sobre su trabajo en el EAAF, Juan cuenta: “encontré un lugar donde la antropología, lo que yo estudié, cobró mucho sentido, vi que la labor del equipo es lo que representa para mí el ser antropólogo”.
“Lo que hizo el EAAF fue poner el criterio científico a todo el colectivo de derechos humanos que reclama memoria, verdad y justicia, porque el EAAF es un colectivo producto del trabajo durante años de todos los organismos. El hecho de que Madres, Abuelas, pidan identidades, saber qué pasó, impulsó para que surja la parte científica académica, para poder dar identidad a partir de criterios científicos valederos. Eso es lo que aportó el EAAF en Argentina y en otras partes del mundo”.
Sobre la postulación al premio Nobel, el sanlorencino concluyó: “es un reconocimiento no solo al EAAF, sino a todo el colectivo de trabajo, de memoria, verdad y justicia, en lo que Argentina ha marcado un camino y es un ejemplo que es mirado por otros países”.
Flavia Campeis