Es un joven de 20 años que viajaba como acompañante en un auto que volcó en la madrugada del domingo pasado en la zona norte. Su padre afirma que en el Granaderos a Caballo, a donde fue trasladado, hicieron “abandono de persona”.
Es un joven de 20 años que viajaba como acompañante en un auto que volcó en la madrugada del domingo pasado en la zona norte. Su padre afirma que en el Granaderos a Caballo, a donde fue trasladado, hicieron “abandono de persona”.
Rodrigo Peralta, de 20 años de edad, iba junto a un amigo de 23 en un automóvil Honda Civic que poco antes de las cinco de la madrugada del domingo 20 de septiembre, volcó en avenida Presidente Perón (ruta 11) a la altura de calle Franciscanos, zona norte de la ciudad de San Lorenzo.
Antes de que el auto terminara ruedas para arriba conta un árbol, los dos jóvenes salieron despedidos del interior del vehículo y quedaron, inconscientes, en el interior de una profunda cuneta, donde lo encontraron los rescatistas de la Agrupación Bomberos Zapadores.
Los dos accidentados fueron trasladados en ambulancia al hospital Granaderos a Caballo. Allí comenzó una historia de desidia y destrato hacia Rodrigo, que contó en diálogo con SINTESIS su papá, Marcos.
“Cuando llegamos al hospital después de que nos avisaron del accidente, a mi hijo terminaban de hacerle una tomografía que según los médicos que estaban en la guardia, estaba perfecta. Pero Rodrigo gritaba que no podía respirar y tenía muchos dolores”, narró.
“Nos explicaron que gritaba porque estaba muy excitado por la borrachera que tenía y que ya se le iba a pasar. Le dijeron a mi mujer: ‘mamá, cuando se le pase la borrachera, te lo llevás’. Vimos que tenía el cuello muy inflamado, pero aseguraron que era porque en el accidente había quedado dentro de una cuneta y lo tuvieron que sacar tomándolo de esa parte de su cuerpo”.
Marcos contó que los minutos pasaban y su hijo seguía diciendo que no podía respirar y que le dolía mucho la espalda.
“Además, cuando lo dejaron solo en una camilla, se cayó y sufrió un corte en una ceja por lo que tuvieron que hacerle varios puntos de sutura. Me llamaron para que lo levantara del piso porque ellos no lo querían hacer”, reveló.
“La doctora (a la que no pudo identificar por su nombre, pero describió como “una mujer muy joven, de baja estatura, delgada y rubia”) y la enfermera (“una mujer mayor de anteojos muy gritona”) no nos daban información sobre Rodrigo. Solo seguían diciendo que estaba muy excitado porque seguramente se encontraba muy borracho o drogado”.
“Cuando en medio de la desesperación le pedí que trasladaran a mi hijo a cualquier otro hospital o sanatorio porque lo veía cada vez peor (incluso había convulsionado) con mucha soberbia, la médica me dijo ‘me firmás un papel y te lo llevas en el auto’, le respondí que eso era una locura y me dijo que no me preocupara porque Rodrigo no corría riesgo de vida”.
El papá también recordó que al joven accidentado “desde las 5.30 de la mañana hasta pasadas las diez, lo tuvieron en una camilla sin suministrarle nada, solo le inyectaron un Diclofenac”.
Las horas seguían transcurriendo y la situación empeoraba. “Cerca de las once de la mañana había una reunión por Covid del personal del hospital en la esquina de Richieri y Colón donde estaba el Dr. Gustavo Oggero. Como nos conocemos porque fui muchas veces al Concejo Municipal por cuestiones de la Asociación de Taxistas a la que pertenezco, me acerqué a él y le pedí que revisara a mi hijo porque lo veía muy mal”.
“Como por arte de magia, cuando Oggero se dirigió a atenderlo, el trato de la médica y la enfermera que nos habían gritado y maltratado toda la mañana, cambió completamente hacia mi hijo y hacia nosotros, incluso le colocaron suero y le hablaban con dulzura”, señaló Marcos en su relato.
Cuando el médico lo revisó y vio en el estado en que se encontraba mi hijo, ordenó su urgente traslado al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez de Rosario. “Allí lo internaron en Terapia Intensiva y aunque no supimos que le estaban haciendo hasta las siete de la tarde, sabíamos que estaba grave, mientras que en San Lorenzo solo teníamos que esperar que se le pase la borrachera”, expresó con bronca el padre del muchacho.
En el HECA “nos confirmaron que estaba muy complicado, con una hemorragia en la cabeza que había que esperar a que se desinflamara. Además, tenía agua en los pulmones, estaba con las defensas muy bajas, sufrió una fractura de clavícula que le mantiene un brazo inmovilizado y tres fracturas en el otro brazo que demandarán la colocación de clavos, y una contusión en la columna. El martes lo pasaron a una sala intermedia y desde ese día lo están estabilizando para poder operarlo entre lunes y martes de esta semana”, detalló Marcos.
“Si lo hubiésemos dejado en el hospital de San Lorenzo hoy mi hijo estaría muerto. Contamos lo que pasó porque no queremos que le pase lo mismo a nadie más. Hicieron un total abandono de persona”, aseguró.
Y otro hecho para sumar al dolor y la bronca de la familia Peralta: “en el hospital de San Lorenzo no atendieron a mi hijo y lo estaban dejando morir, pero tuvieron tiempo para darle mi teléfono a un estudio de abogados desde donde me llamaron para preguntarme si le queremos hacer juicio al amigo de mi hijo”, concluyó